Escamas en los ojos de Pablo…

Cuando escribo, me siento forzado a escribir la verdad… pero ¿qué es la verdad? ¿Acaso es mi verdad? Tal vez sí… Pero intento plasmar esta verdad en palabras de un modo reflexivo, conjugando en ella lo que veo, siento, pienso… todos vemos, sentimos y pensamos diferente…
Por eso cuando digo que me veo forzado a escribir la verdad, lo digo pensado en describirme y englobarme a mí mismo en esta verdad, mirarme y pensarme a mí mismo. No somos tan diferentes unos de otros como creemos…
Si así no lo hiciera, y lo veo muchas veces en otras personas, me pararía a mí mismo en un ‘pedestal’, como mirando desde una ‘altura superior’ a mis hermanos en Cristo, fijándome en sus defectos, discordias, pleitos, ceguera, y yo, ‘superior’, apartado de todos sus ‘errores’, ‘contemplando desde arriba’ y creyéndome ‘dueño de la verdad’…
Pero esto no es así hermanos míos. ¡Valentía se necesita para escribir y decir las cosas como son!
Si nos miramos con detenimiento por un momento nos damos cuenta de que compartimos todos los mismos defectos y errores, nos involucramos en pleitos y discordias, muchas veces no queremos movernos de ‘nuestra verdad’… es más, en nombre de ‘nuestra verdad’, nos enemistamos unos con otros, generamos odios intensos y heridas difíciles de sanar…
Veo todo esto con asombro hermanos, nuestras peleas, rivalidades, discriminaciones, inclusive insultos; están en la red, y detrás de una computadora, del anonimato que esta proporciona, muchos se hacen llamar cristianos y disparan dardos ardientes, arremeten contra todo y todos, y ellos solos son los dueños de la verdad…
Este post lleva el título de ‘Escamas en los ojos de Pablo’, y ya pueden entrever por qué…
La conversión de Pablo, descrita en Hechos de los Apóstoles capítulo 9, nos depara con la actitud de un hombre que predicaba ‘su verdad’, combatía por ‘su verdad’, mataba incluso por ‘su verdad’…
Lean bien hermanos y entiendan lo que leen. Pablo predicaba la religión Hebrea, era fariseo de ley, conocía los mandamientos del Señor Todo Poderoso, la Ley, y fue a través del pueblo Hebreo que nosotros recibimos la Palabra de Dios, y en la carne, a nuestro mismísimo Señor Jesucristo. Pablo pertenecía al Pueblo Amado y Elegido por nuestro Padre Celestial.
Él no era una persona sin conocimiento. Él estaba versado en la Ley Divina. Después me dirán ustedes que en realidad no la entendían, que dependían de la ‘letra que mata’, que no conocían a Cristo ni el poder del Espíritu Santo… Sí, todo esto es cierto, más Pablo no era un ignorante…
Pablo, como el resto de su pueblo, no entendía la voluntad de Dios, no conocía la misericordia de Dios, las promesas de Dios hechas realidad en su Hijo Jesucristo. Pablo no entendía el amor de Dios, no discernía la verdad eterna de Dios dada a conocer por su Hijo Amado. Pablo sólo combatía por ‘su verdad’, solo ‘quería imponer’ aquello que tenía cautivada su razón, su religión farisea basada en ritos y obediencia a la Ley…
Fíjense hermanos que Pablo, conociendo a Dios y los mandamientos de Dios, ‘respiraba Amenazas y Muerte’ contra los discípulos de Jesús…
Pidió al Sumo Sacerdote cartas para perseguirlos, llevarlos presos y encadenados a Jerusalén… Quería terminar con la congregación de Cristo.
“Más yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues…”
Muchos cristianos hay que se parecen, y mucho, a los fariseos de antaño. Pero vallan un poco más adentro de ustedes mismos hermanos, hurguen en sus propios corazones, de cierto que no necesitaran cavar muy hondo… Todos tenemos algo de aquél ‘primer’ Pablo perseguidor en nosotros… ¡Por favor mírense bien! ¡Díganse la verdad a ustedes mismos!
Recuerden que ‘la verdad’, esa verdad por la que ustedes combaten y defiende a dientes apretados, tal vez sea sólo ‘Su verdad’.
En realidad pienso hermanos que si estamos combatiendo con alguien por algo, peor aún si es por cuestiones de religión, métodos, denominaciones, profecías, etc., en verdad ya estamos intentando imponer, como aquél ‘primer Pablo’, nuestra verdad…
La verdad tal vez sólo sea esta: ¡DIOS ES AMOR!
Ese mismo Dios que vino al mundo por nosotros, que se hizo hombre por nosotros, que murió por nosotros, nos Amó siendo todos nosotros desobedientes, pecadores, jactanciosos y malvados… Ese mismo Dios que Salvó a Pablo, que lo transformó en el Apóstol más grande de la cristiandad, lo libró de su ceguera, esa ceguera que lo tuvo TRES DÍAS SIN VER.
Esa ‘muerte figurada’, los mismos días en que estuvo muerto físicamente nuestro Señor Jesús, esos tres días sin ver de Pablo, fueron la muerte de todos sus odios, amenazas, agresiones, violencias, ignorancia, en definitiva, fue un abrir de ojos literal, pues ESCAMAS CAYERON DE SUS OJOS Y AL INSTANTE RECIBIÓ LA VISTA…
Hermanos míos en Cristo Jesús, tal vez nosotros hoy en este día, nos demos cuenta de que también nos estamos comportando como aquél ‘primer Pablo’, y caigamos en razón de que ya es tiempo de rogarle a Jesucristo nuestro Señor que nos envíe su Espíritu Santo para que a través de su Bautismo, caigan las escamas que se han formado en nuestros ojos por culpa de nuestros pecados y nuestra rebeldía… Tal vez tengamos que morir y pasar tres sin ver, y así simbólicamente, pasar por las mismas experiencias que tuvo que pasar Pablo, pues cuando murió a sí mismo, cuando estuvo tres días en completa oscuridad, vino la salvación de nuestro Señor, demostrando su rica gracia, su eterno amor inmerecido, su constancia en ayudar siempre a sus hijos, por más que estos se resistan muchas veces a ser ayudados por Él.
Bendito sea el Nombre Eterno de Nuestro Señor Jesucristo, pues Él Ama con Amor Eterno a su Pueblo, a su Iglesia, y a pesar de todo, sigue perseverando en ella, movido sólo por su Amor.
Tal vez esta sea la única verdad, repito otra vez: ¡DIOS ES AMOR!
Dejemos de lado las contiendas, las disputas y los odios solapados entre nosotros. Si creemos que somos muy cristianos y llenos de Espíritu Santo, andemos como tal, movidos por ese AMOR DIVINO, que todo lo perdona, todo lo soporta, a todos sostiene sin importar miramientos ni perjuicios… Muchos los hay que se piensan llenos de este Espíritu de Cristo, y son peores aún que aquél ‘Primer Pablo’, respirando amenazas y muerte contra todo y todos…
Dios nos sane, Dios en su infinita misericordia remueva de nuestros ojos las escamas que impiden ver lo que realmente somos: hombres y mujeres pecadores, que fallamos diariamente y que sólo seguimos vivos por la inconmensurable bondad de nuestro Señor Jesús.
Hermanos perdonémonos unos a otros y vivamos en paz. Amén.

Fernando Acuña.

 

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¡Mi dios no duerme!

Alzaré mis ojos a los montes
¿De dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra.
No dará tu pie al resbaladero,
Ni se dormirá el que te guarda.
He aquí, no se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel. (Salmo 121:1-4)
¿Cómo reafirmaremos nuestra fe? ¡Reposando en Señor!
Así mismo, descansando en Dios. Hebreos, capítulo cuatro, trata sobre el ‘reposo’ del pueblo de Dios. Se exhorta al creyente a entrar gratuitamente mediante la fe en el descanso prometido por Dios para su pueblo.
David en el salmo 131, nos dice: “Todo lo contrario: he calmado y aquietado mis ansias. Soy como un niño recién amamantado en el regazo de su madre. ¡Mi alma es como un niño recién amamantado!”
Nosotros somos duros de corazón. Debemos realmente esforzarnos por entender y, principalmente, debemos ‘creerle’ a Dios, debemos confiar en Él, cuando nos invita a entrar en su reposo a través de la fe.
Entrar en el reposo de Dios es estar plenamente confiado en que Él tiene cuidado de mí.
Pedro nuevamente nos recuerda esto en su primera Epístola, 5:7, “Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes”.
Aunque muchas veces desde lo humano las cosas parecen complicarse cada vez más y no logramos vislumbrar salida alguna, Dios, en su Omnipotencia e infinita sabiduría, nos invita a Reposar en Él, a estar como David dice más arriba en su salmo: Calmados y quietos, como niños recién amamantados.
¡Esta es la fe que se va haciendo cada día más perfecta!
En cualquier área de mi vida: salud, hogar, matrimonio, familia, hijos, empleo, amigos, etc., todo, absolutamente todo está bajo el control de Dios para el creyente. Esto es lo que debe creer el cristiano. ¿Por qué? Porque debemos alcanzar día a día la fe plena y madura a la altura de Cristo, el varón Perfecto. Debemos permitirle a Dios trabajar diariamente en nuestros corazones, transformándonos, día a día.
Debemos creerle a Dios, entregarle cada vez más nuestra vida, pues ‘no se duerme el que me cuida’.
A Dios nadie lo puede burlar hermano, nadie lo puede agarrar desprevenido o distraído, Dios no descansa, trabaja día y noche y no somos capaces de describir su inconmensurable poder y conocimiento.
¡Él tiene cuidado de Ti!
¡Confía en Dios con todo tu corazón!
No importa por lo que estés atravesando, no importa si son profundas las aguas, si está revoltoso el mar… ¡Tú confía en Dios! ¡Reposa en Dios!
Sabiendo que Él es un Padre Misericordioso y no permitirá que se pierda ni uno sólo de sus amados Hijos.
Aquél que se entregó por ti en un madero de tormento no te entregará en las manos de tus enemigos. ¡Confía!
Por más angustiado que estés, ven al Señor, la invitación es gratuita, a pesar de nuestros errores, debilidades, tropiezos, Dios nos recibe por amor a Jesucristo.
Mira las palabras de David: “Estoy muy angustiado. Te ruego que me dejes caer en manos del SEÑOR, porque muy grandes son sus misericordias; pero no caiga yo en manos de hombre”. 1 Crónicas 21:13
Siempre es mejor estar en las manos de Dios, aún en nuestros errores, mejor es caer en las manos de Dios que en las manos de los hombres.
¡Alzaré mis ojos a los montes!
¡Mi socorro viene de Jehová!
Gracias Señor Dios Todo Poderoso en el Nombre de Jesucristo. Pueda yo, entrar en tu Reposo, mediante la Fe en el Nombre de Tu Hijo Amado Jesucristo. Amén.
Fernando Acuña.

 

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“El Espíritu Santo de Dios está dando entendimiento y discernimiento a sus hijos en el mundo”.

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¿De dónde provendrá el ANTICRISTO?
¡DE LA CASA IMPERIAL FRANCESA!
¡Él es la Bestia Salvaje cuya herida mortal fue sanada!
¡Sí!
Es descendiente de aquella “antigua bestia” que recibió un “golpe mortal de espada”… Por eso la palabra dice: …“la bestia que estaba herida de muerte y después volvió a la vida”… (Apocalipsis 13:14)
“La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo…
¿Y quién es el EL FALSO PROFETA?
¿Es acaso un Líder Religioso?
¡NO! 
“Éste hombre impío y blasfemo, en nombre del Anticristo, se ‘OPONE Y SE LEVANTA‘ contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto…
Su religión es el ¡El Ateísmo Evolucionista!
¿Y qué hará este ser Impío?
¡Impondrá por la fuerza su nueva religión y credo ateísta!
Perseguirá a los ‘Santos del Señor’, a los ‘Creyentes Verdaderos’, que han rechazado sus mentiras, para continuar guardando fidelidad a Dios, a sus mandamientos y a la Fe de Jesucristo.
Ustedes que hoy leen estas líneas, sepan que las mismas resultan ser un testimonio fiel y verdadero de que el Espíritu Santo de Dios ha sido derramado sobre sus hijos en el mundo, para darles entendimiento y discernimiento verdaderos sobre los secretos ocultos en su Palabra.
“¡Y el conocimiento se hará abundante y muchos Discernirán!”
Amén.
Fernando Acuña.

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Pastores corruptos: ¡dejen ya de predicar mentiras!

No soy muy aficionado a mirar sermones y cultos evangélicos por las redes sociales, más en algunas ocasiones sí lo hago, y también he escrito elogiando y felicitando en Cristo a hermanos que están al frente de congregaciones y de iglesias en todo el mundo, en las cuáles sí, se predica con ‘verdad y sinceridad’ el ‘puro evangelio’ cristiano.
En una ocasión escribí un post dedicado al Pastor TONY PÉREZ, quién está al frente de su amada congregación, en la ciudad de Filadelfia, en los E.U.A. Me impresionó mucho la fuerza, verdad y sinceridad con la que predica el verdadero evangelio de Jesucristo este hermano de Fe. Saludos en Cristo a ti y a la Iglesia.
Ahora, quiero dedicar este post a un Hermano de Fe en Barcelona, España: JUAN MANUEL VAZ, quién está al frente, con otros hermanos, de la Iglesia CAMINANDO POR FE.
Querido hermano de Fe en Cristo: te he mirado predicar con mucha fuerza, tesón y pasión la verdadera palabra de Dios.
Vi uno de tus mensajes en youtube, corto pero poderoso y cargado de verdad: ¡NO PREDIQUEMOS MÁS MENTIRAS!
Un mensaje dirigido a todos aquellos pastores, líderes y también a aquellos que, sin ocupar puestos de mando en la iglesia, salen a las calles a ‘engañar’.
Es la tónica en todas las congregaciones de hoy: se predica un evangelio falso.
Es falso sí, pues no les dice la verdad a las personas.
Es engañoso sí, pues promete cosas que nada tienen que ver con un evangelio ‘bien entendido’.
Es puro cuento sí, pues el evangelio predicado de la forma en que lo están haciendo en vez de salvar a las personas las está matando.
Me duele mucho el corazón cada vez que veo la mentira y el engaño tomando el lugar del evangelio de Jesucristo.
Cada vez son más los pastores corrompidos y engañados por sus propios deseos egoístas, los que predican el ‘evangelio de la prosperidad’, la ‘consejería espiritual para el manejo de los negocios y aumento de las riquezas’, los que rechazan el dolor y el sufrimiento como ajenos al cristiano, los que no quieren pasar penurias y dificultades en esta vida, los que predican que ‘eres un perdedor’ si piensas que las tribulaciones, deudas, angustias, y demás luchas de la vida, son cosas inevitables, por las que debe pasar todo ‘cristiano verdadero’…
Bueno hermanos, amén, así sea entonces, seamos perdedores, según ellos, en esta vida, pero lo bueno es que llevemos a Cristo en el corazón, pues NO CREEMOS que la vida cristiana sea un mar de rosas… NO CREEMOS que en esta vida las dificultades no nos vayan a alcanzar… NO CREEMOS en el evangelio de la prosperidad… NO CREEMOS que no nos vayamos a enfermar… NO CREEMOS que las deudas no vayan a llegar… NO CREEMOS que no pasaremos por diversas luchas, angustias, tribulaciones y demás calamidades que rodean la vida del creyente verdadero… ¡TODAS ESTAS COSAS VAN A VENIR!
Lo he dicho muchas veces a lo largo de todos estos años a través de este blog, y ya llevo diez años escribiendo: los que predican que a los cristianos solo les esperan cosas lindas, alegrías, mucha paz, seguridad, salud, prosperidad y triunfos sin medida, ESTÁN PREDICANDO UN EVANGELIO DIFERENTE.
Nada de esto se ve reflejado cuando lo comparamos con el evangelio que leemos en las santas escrituras.
Allí se nos relata la vida de Jesucristo: vida de penurias, privaciones, angustias, tentaciones, traiciones de sus más íntimos, muerte en un madero de tormento, etc…
Allí se nos relatan los hechos de los Apóstoles: vidas también cargadas de sufrimientos, desconsuelos, persecuciones torturas, prisiones y ejecuciones…
¿Díganme uno sólo de los verdaderos discípulos de Jesucristo que no haya experimentado tan sólo una de todas estas vicisitudes que acabo de nombrar más arriba?
¡No lo van a encontrar!
La vida cristiana está marcada por las pruebas, angustias y tribulaciones.
¡Miren a Jesucristo nada más!… Con su vida nos dejó marcado el camino, nuestro camino como cristianos en este mundo: sufrimiento y privaciones. Negarse a uno mismo, luchar contra uno mismo, contra nuestra vieja forma de vivir y pensar. Perdonar, muchas veces, al que nos hirió profundamente…
¡Nadie ha sufrido tanto como nuestro Señor Jesús!
Y de Él recibimos estas palabras: “Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán”.
Hermanos: muchas iglesias están llenas porque allí se predican muchas mentiras, y el mensaje que dan es el de una falsa paz, falsa seguridad, falsa prosperidad en este mundo tan cambiante y hostil para el creyente verdadero.
Tan ajenos al sufrimiento quieren estar estos ‘creyentes y pastores superfinos’, que hasta SE HAN INVENTADO UN RAPTO SECRETO… ¿se dan cuenta? No quieren sufrir, no quieren siquiera que se les hable de persecución por causa de la palabra…
Pero el creyente verdadero sabe que todas estas cosas están destinadas a venir sobre el mundo y su deber es dar buen testimonio de Jesucristo y de su Fe.
Lógicamente, el creyente verdadero, tampoco espera tener esta fuerza ‘en sí mismo’, sino que se apoya en Dios, para que aquél que da vida al cansado, fortalece al oprimido, y levanta al caído, lo sustente a él también, y así toda la gloria sean para nuestro Dios y Señor Jesucristo. Hermanos, donde quiera que estén, prediquen la verdad.
Ya no queda mucho tiempo. Las potencias malvadas que dominan en este sistema de cosas están preparando todo para la gran batalla final. El Anticristo está a las puertas, con el también el falso profeta, ese mismo que llenará la tierra con el engaño, predicando también solo cosas lindas al oído humano… Es mejor que estén preparados, sabiendo de antemano todas las cosas por las tendrán que pasar los que forman parte de la ‘verdadera Iglesia’ de Jesucristo.
¡Prepárense!
Aférrense a Jesucristo. Lean la biblia, pidan a Dios discernimiento. Pidan a Dios conocimiento verdadero. Estoy seguro que no se los negará. Dará a cada uno conforme a las riquezas de gracia inmerecida.
Yo contribuyo así, de esta manera, a la santa congregación de Cristo. Dios nos regaló dones a cada uno de nosotros, que nos ayude a usarlos para su mayor gloria y mantener viva la esperanza de Regreso. Amén.
¡A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen!
Amén.
Dios te bendiga JUAN MANUEL VAZ. ¡SÍ DIOS TE BENDIGA A TI A LA IGLESIA QUE ESTÁ CONTIGO!
Fernando Daniel Acuña. 

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La Iglesia de Cristo es invisible e indivisible.

Hermanos Dios los bendiga.
¡Dios bendiga a toda su iglesia!
La Santa Iglesia de Jesús «no tiene» denominación alguna. No lleva nombres específicos: no es presbiteriana, calvinista, luterana, adventista, pentecostal, mormona, testigo de jehová, bautista, ni mucho menos, católica apostólica y romana… Y valla a saberse cuántas denominaciones más le han puesto los hombres al pueblo de Dios y de Cristo, con el solo objetivo de «separarlos», para saquearlos y engañarlos mejor…
De la santa iglesia de Dios forman parte todos aquellos hombres y mujeres que han aceptado el evangelio predicado por nuestro Señor Jesús y los Apóstoles.
Este es el verdadero y único evangelio: ¡El que predicaron Jesucristo y los Apóstoles!
Toda predicación «posterior y diferente» al Santo Evangelio, que contiene las promesas de Dios hechas realidad en Cristo, repito, «toda predicación diferente» a las palabras y hechos de Jesús, que nos han legado los Apóstoles, y que están escritas en la biblia que hemos recibido ¡sean malditas!
Hermanos, ¡Solo tenemos un Salvador, Jesucristo!
Hemos recibido una «sola Palabra» de Salvación desde la antigüedad, y es confiable, segura y pura: Es la biblia, las palabras de Dios y sus promesas para nosotros, su pueblo.
Sólo existe «Una Iglesia»: «Un cuerpo de fieles, integrado por todos los santos, por todos los han creído el evangelio y han sido bautizados por el Espíritu Santo de Nuestro Señor Jesucristo.»
Sólo tenemos una Cabeza dirigente: ¡Jesucristo!
Dejen de apuntar con el dedo a otros hermanos y criticar sus lugares de reunión como si el vuestro fuera el único y verdadero.
¡Solamente Dios conoce a sus elegidos!
Inclusive en la mismísima «Babilonia Apocalíptica», que es sin dudas el sacerdocio pagano Católico Romano, Dios tiene su remanente de Fieles. A ellos Dios dirige estas palabras: “Después oí otra voz del cielo que decía: Pueblo mío, sal de esa ciudad para que no compartas sus pecados. Así no sufrirás ninguno de los desastres que llegarán a ella.” (Apocalipsis 18:4)
En todos lados el Señor Jesús tiene un remanente de Fieles y Escogidos y,  felizmente, muchos de ellos no se reúnen en templos, ni alardean por las calles…
La Iglesia de Cristo es «Invisible e Indivisible». Su Pastor es el mismísimo Jesucristo. Es también su único Maestro, y en Él, y en nadie más que en Él, depositan sus esperanzas todos sus fieles.
Amén.
Fernando Acuña.

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La fe del creyente verdadero vs la ‘religiosidad’ del hombre…

Tema difícil este… Difícil muchas veces de entender. ¿Quién puede conocer el corazón del hombre? ¡Solamente Dios!
Solamente Dios sabe que tenemos en lo más profundo de nuestros corazones. Él sabe cuándo sentimos algo de verdad, sabe cuándo fingimos o aparentamos ser algo que no somos…
A Dios no se le puede engañar, pues estamos desnudos ante Él. Somos como un libro abierto ante sus ojos, Él ve y conoce qué somos cuando estamos a solas… No adelanta fingir delante de los demás.
Tal vez sea este el mal más grande y el pecado más grande que cometemos muchos cristianos.
Creemos que somos mejores que los demás hombres que ‘están en el mundo’, creemos que somos mejores, inclusive, que muchos hermanos que se congregan con nosotros para recordar y compartir las palabras y el evangelio de Cristo. Promovemos contiendas, celos, peleas, chismes; fomentamos odios, riñas, discordias en nuestros corazones… Levantamos nuestros pensamientos y corazones contra todos los hombres, incrédulos y hermanos de fe.
¡Nos llenamos de soberbia!
Perdemos el rumbo porque no entendemos el evangelio de Cristo. Muchos están llenos de religiosidad nada más. Solo tienen eso: ¡Religiosidad! ¡Formalismos y apariencia! ¡Son peores que los fariseos!
Ellos no conocieron a Cristo, no recibieron las buenas nuevas ni la misericordia que Dios manifestaba al hombre a través del sacrificio de su Hijo.
¡No quisieron escuchar a Cristo! Los ‘religiosos’ fariseos no conocieron la gracia de Dios y el perdón que concedía gratuitamente a la humanidad en la persona y el sacrificio de Jesucristo.
¡Ellos querían obrar!
Ellos tenían la ley. Ellos querían seguir ‘cumpliendo’ la ley… Esa misma ley que los condenaba. Que les decía a gritos que eran todos pecadores y deudores.
Infelizmente parece que este mismo espíritu está presente aún en la iglesia. Es más que el espíritu de ‘legalismo’… Es más profundo, a veces se cuela de manera subrepticia en el corazón de la iglesia…
Hay un pensar del creyente que le conduce a creer que luego de aceptar el evangelio ya no va a pecar más en su vida. Este pensar se alimenta con las encendidas predicaciones de algunos legalistas, llenos de ‘apariencia’ de bondad y santidad… Es solamente apariencia, por dentro están llenos codicia, soberbia, y vano orgullo…
Hermanos, si el evangelio declarara: ¡acepte a Jesucristo y ya no pecará jamás en su vida!, ¿Por qué fue necesario entonces que Jesucristo padeciera en la cruz? ¿Por qué la palabra dice que tenemos un ‘abogado en los cielos’, sentado a la diestra de Dios, que ‘aboga por nosotros’? Y si copiamos este versículo entero dice: “Mis queridos hijos, les escribo estas cosas, para que no pequen; pero si alguno peca, tenemos un abogado que defiende nuestro caso ante el Padre. Es Jesucristo, el que es verdaderamente justo”. (1 Juan 2:1)
No escribo esto para que algunos piensen que nuestra fe en Cristo nos permite vivir de cualquier manera… ¡De ninguna manera!
Esta acusación está siempre presente. Pero yo no me detengo en esta vana y falsa acusación. ¡Dios sabe lo que somos!
El asunto es más profundo, está directamente relacionado con una comprensión correcta del verdadero sacrificio de Jesucristo por nosotros. Del verdadero regalo de Dios en la persona de su Hijo.
El punto está en entender que nosotros, no sólo ‘jamás nos ganamos’ nuestra salvación, sino también, que nosotros tampoco podemos creer que ‘obrando’, podemos ‘mantener’ esta misma salvación.
Hermanos: la salvación es por gracia inmerecida de Dios a través de la Fe en su Hijo Jesucristo.
Hermanos: la salvación nuestra es un regalo, nosotros jamás la merecimos, no la vamos a mantener ni a justificar, mediante buenas obras de la carne… Es más, no fuimos nosotros los que buscamos primeramente a Cristo para que nos salvara de nuestros malos caminos; no fuimos nosotros los que corrimos a Él para que nos librara de la ira venidera; no fuimos nosotros los que lo amamos a Él primero. ¡No!
Él nos buscó primeramente a nosotros; Él fue el que corrió a salvarnos a nosotros primero; Él fue el que nos amó antes que nosotros lo amaramos a Él… “¿Podemos, entonces, jactarnos de haber hecho algo para que Dios nos acepte? No, porque nuestra libertad de culpa y cargo no se basa en la obediencia a la ley. Está basada en la fe.” (Romanos 3:27)
¿Anula, entonces, la gracia de Dios a la Ley? ¡No!
Si pertenezco a Cristo ya no puedo vivir como antes vivía. Pero aquí hay una diferencia muy grande, y sutil, entre creer que puedo ‘ganarme’ mi salvación a través de mi ‘obrar’, de mi ‘hacer’, de mi ‘observar’, de mi ‘cumplir’, de mi celo por ‘obedecer’; y saber que mi salvación ya me fue ‘concedida gratuitamente’ por el sacrificio que Cristo hizo en la cruz por mí.
Esto es lo que tengo que entender: la ley de Dios sigue siendo tan ‘implacable’ como antes. Y la misma dice que fallar a un solo mandamiento es lo mismo que fallar a todos.
Yo no puedo cumplir esta ley en su totalidad, al pie de la letra, pues soy humano, imperfecto, me equivoco diariamente… diariamente fallo en cosas que están en la ley santa de Dios y muchas veces ni yo mismo tengo conciencia de mis propios errores.
Yo no puedo creer, primero: que luego de aceptar el evangelio de las buenas nuevas de salvación del reino de Dios seré ‘inmune al pecado’ mientras viva en este cuerpo; segundo: que puedo presentarme a Dios en aquél gran día y decirle que ‘merezco’ el regalo de su salvación pues he observado y cumplido cabalmente todos sus mandamientos…
Hermanos: si creemos en esto viviremos frustrados. Si pensamos así lo más probable es que nos perdamos y hundamos junto con el mundo. Porque más tarde o más temprano habremos de equivocarnos, habremos de fallar, habremos de pecar, habremos de desobedecer.
¡Porque somos solo humanos!
No hay una sola persona en la tierra que siempre sea buena y nunca peque”. (Eclesiastés 7:20)
Otra vez lo repito: estas no son excusas. No estamos predicando el libertinaje. No decimos que tenemos permiso para pecar y hacer lo que se nos venga en mente. “Ahora bien, ¿deberíamos seguir pecando para que Dios nos muestre más y más su gracia maravillosa? ¡Por supuesto que no!” (Romanos 6:1).
La palabra de Dios verdaderamente nos hace libres y nos permite comprender, discernir, el corazón del Padre.
La que tiene que quedar absolutamente excluida es la jactancia. El orgullo del que cree, del que piensa que nunca falla, nunca peca… La jactancia del que piensa que hace ‘méritos’ por su salvación… ¡No amigo mío! ¡Con Dios no se hacen negocios!
Lo que recibiste, lo recibiste gratuitamente. No hiciste nada por merecerlo, y nunca podrás merecerlo. Es por Gracia. Es por fe: …“pero la gente no es considerada justa por sus acciones sino por su fe en Dios, quien perdona a los pecadores”. (Romanos 4:5)
Lo que debemos desterrar de nuestros corazones es el vano orgullo de mirar a otras personas que no conocen aún la palabra de Dios y pensar que somos mejores que ellas. Que somos más justos, más santos, más merecedores de los favores y la salvación de Dios.
No lo somos en absoluto. Si Jesucristo siendo Dios y Rey de todas de las cosas se despojó a sí mismo de todos estos títulos y tan grande realeza, y se hizo hombre, y compartió nuestras debilidades y miserias, ¿por qué luego de recibir el evangelio nos apartamos con soberbia y orgullo de aquellas personas que aún no lo conocen? ¿No sería nuestro deber como cristianos predicarles a Jesús? ¿No deberíamos atraerlos a Cristo, antes que apartarnos y apuntales con el dedo acusador? Antes de llamarlos de hijos de diablo, pecadores contumaces, etc., ¿No deberíamos orar y pedir que Dios tenga misericordia y atraiga a sí mismo a todos los que aún están lejos?
Esto es comprender correctamente el evangelio de Jesucristo. El que comprende correctamente el evangelio comienza a sanar por dentro. El espíritu y la palabra de Dios entendidas correctamente nos liberan y sanan nuestras heridas.
Entonces nos vemos a nosotros mismos como lo que realmente somos: hombres salvos por la sola gracia y favor inmerecidos de Dios en Jesucristo. Y que nunca se nos olviden estas palabras: ¡Por la sola gracia y favor inmerecidos!
Sin la gracia y el favor inmerecido de Dios solo somos cucarachas, insectos, vanidosos y presuntuosos que pensamos demasiado bien de nosotros mismos, sin saber que en verdad estamos muertos en nuestro orgullo y soberbia.
Que toda la gloria sea de Dios y su hijo Jesucristo. ¡Yo nada soy!
La fe que tengo, sea poca o mucha, también es un regalo de Dios. No soy yo el que persevera, sino Cristo el que persevera en mí. Él pone en mí, tanto el querer como el hacer. El que inicio en mí la buena obra, es el mismo que también la completara hasta su regreso. Amén.
Fernando Acuña.

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“El creyente verdadero y el sufrimiento.”

El creyente verdadero sufre; sufre en su corazón, en sus ‘adentros’, en su fuero interno sangra, se desilusiona consigo mismo, se recrimina muchísimas cosas, se reprocha su debilidad, se reprocha no poder servir a Dios con toda la rectitud que Él demanda…
El creyente verdadero sabe que no está bajo la ley, sino bajo la gracia…
El creyente verdadero sabe que no puede cumplir al pie de la letra los mandamientos de la ley de Dios, y que por esto mismo fue necesario que Jesucristo viniera al mundo y cumpliera Él con su vida, y de manera perfecta, el mandamiento Divino por nosotros…
El creyente verdadero sabe que Jesucristo fue muerto por nosotros, siendo inocente, pagó con su propia vida, y llevó él mismo el peso del castigo que estaba decidido para nosotros pues, la justicia de Dios demandaba castigo…
El creyente verdadero sabe que el inocente murió por el culpable… Y ese inocente es Jesucristo.
El creyente verdadero sabe que Jesucristo entregó su vida por amor a todos los hombres…
El creyente verdadero sabe que Jesucristo lo hizo por amor… ¡Nunca debe olvidar eso!
El creyente verdadero sabe que falla todos los días en muchas cosas y ofende en otras tantas también… Santiago 3:2-10
El creyente verdadero nunca debe olvidar la humildad, y debe tener presente que es salvo por fe, por la sola gracia de Dios en Jesucristo…
El creyente verdadero no está exento de responsabilidades, ni tampoco puede vivir como vivía antiguamente…
Por sobre todas las cosas el creyente verdadero ‘no teme’… Su llanto, sus lágrimas, sus batallas, sus angustias, sus guerras contra sí mismo, no son por miedo al ‘castigo’… El creyente verdadero no teme al castigo. El creyente verdadero no se esfuerza, ni mucho menos cree, que será salvo por su conducta, por su forma de vivir, de vestir, de hablar, de comer, de actuar… ¡No!
El creyente verdadero sabe que su salvación es por fe en el nombre de Jesucristo… Su salvación le fue dada gratuitamente, es un regalo de Dios en Cristo… Inclusive la poca o la mucha fe que tenga, también es un don de Dios…
Los esfuerzos del verdadero creyente, sus luchas y angustias, no son para ganarse lo que Jesucristo ya le regalo, la vida eterna; sino que todos los dolores que atraviesa en su peregrinaje cristiano, son causados por querer obedecer y servir a Dios de todo corazón.
El creyente verdadero no lo hace por temor, ya no tiene ninguna razón para temer, está firme en Cristo, ha entrado en el reposo del Señor… ¡Descansa en el Señor!
El creyente verdadero sufre, porque quiere tener la mente de Cristo, el corazón de Cristo, el sentir de Cristo, el ánimo de Cristo, el entusiasmo de Cristo, la paciencia de Cristo, el amor incondicional que marcaron el camino y la vida del Señor Jesús aquí en la tierra…
Hermanos: el creyente verdadero no teme. No hace nada por miedo al infierno, ni se asusta como los demás hombres. No teme a la vida ni a la muerte…
El Creyente verdadero sabe que es imperfecto, no puede jactarse de nada ni creerse mejor que nadie…
Hermanos: el creyente verdadero obra por amor, porque es el amor de Cristo el que reina en su corazón.
Pregúntense a ustedes mismos si ven algo de esto en sus vidas. Examínense a ustedes mismos y vean y comprueben en que espíritu están caminando.
Saludos de un hermano de Fe en Jesucristo a toda su Iglesia, a todos sus fieles y escogidos, a todos los que no viven de apariencias, ni descansan en obras de la carne, ni obran por temor, sino que son guiados y animados por el espíritu de Señor. Amén.
Fernando Acuña.

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Apostasía: El gran engaño evolutivo…

Sigue siendo un escándalo a los ojos Santos del Creador del universo la ceguera humana…
Que procesos ciegos y al azar dieran origen a sistemas bilógicos complejos…
Que procesos fortuitos y azarosos resultaran en nuevas funciones vitales, órganos, extremidades funcionales, pensadas a futuro…
Que fuerzas ciegas y sin dirección alguna generaran, ‘seleccionando’, diríamos, ‘favoreciendo’, entre los más aptos, más fuertes; ‘modificando’, diríamos, ‘perfeccionando’, de manera maravillosa a seres vivos de todas clases y especies, desde las flores más hermosas, los peces más ‘audaces’, los felinos más poderosos, las presas más ‘tiernas’… las mariposas más delicadas, las serpientes más letales, las arañas más asustadoras, los insectos más ‘graciosos’, ‘colores y plumas’ que son un festival divino a los ojos, y realmente ya no puedo seguir más porque no somos capaces de describir, y faltarían hojas en el mundo para anotar y llevar la cuenta de la diversidad colosal de especies que existen o existieron… más, por último, como corolario, como apéndice, obra culmine y majestuosa, fuerzas ciegas y azarosas, fuerzas ‘casi licenciadas’ jugaron con la genética más compleja y avanzada hasta el punto que ni el mejor científico de Harvard logra entender aún y, ‘eligiendo’ al azar, a algo parecido con un simio en aquél entonces, y decidieron estas fuerzas, mejor, esta ‘diosa creadora’ llamada ‘selección natural’, decidió entonces ‘retocar’ a este afortunado ‘ente’, y continuó transformándolo, mejorándolo, favoreciéndolo, hasta convertirlo en el ser más inteligente, audaz, parlanchín, obstinado y capaz de toda la naturaleza…
Y es realmente escandaloso el cuento que nos cuentan hoy, falsos profetas, de que fuerzas aleatorias y ciegas fueron capaces de formar seres de toda clase de la nada, sin concierto y sin propósito alguno, y que tal vez la obra cumbre de todo este acto teatral, sea un hombre pensante y consciente que ha llegado a la increíble conclusión de que sus creadores, los autores de tamaña obra prima, nunca desearon tal cosa… nunca tuvieron en ‘mente’ tal ‘diseño y propósito’…
Y ahora esta madre ‘desnaturada e inconsciente’, llamada ‘selección natural’, demuestra su enfado con este hombre ‘pensante y consciente’, ‘creando’ a partir de los más puros simios (sin lugar a dudas no podemos negar su clara relación filogenética), a otros hombres, no sé decirles si son pensantes, para perseguir y maltratar a todos aquellos que, dándose cuenta del fraude más grande y la mentira más burda que se haya contado jamás, deciden mirar hacia arriba y también a su alrededor, y contemplando la majestuosidad de la obra que lo rodea, dar un GRAN GRACIAS AL ÚNICO CREADOR DE TODAS ESTAS MARAVILLAS: JEHOVÁ DE LOS EJÉRCITOS.
Hermanos: lo que les cuentan a sus hijos en las escuelas, y lo que les venden a ustedes como ciencia y sabiduría científica, esto es la teoría de la evolución de las especies mediante selección natural, es una obra cómica y la mentira más grande jamás contada, cuyo único objetivo es negar la existencia de Dios.
No hay un término medio aquí: o se cree en las mentiras de los hombres-mono, o se cree en la palabra de Dios.
No existe forma de conciliar estas dos visiones: una es atea, invención del hombre para verse libre del juicio de Dios…
La otra es la verdadera e implica obedecer y creer a Aquél a quien un día deberemos rendir cuentas.
Decidan ustedes a quién quieren creer: Si a Dios o al hombre.
No olviden que días amargos esperan a la humanidad en este mundo y en esos días se les obligará a escoger entre estas DOS visiones de la vida: Los que quieren creer y obedecer a Dios y los que se levantan contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto.
Unos pueden matar el cuerpo, más no pueden tocar el alma…
Hay Uno en los cielos, Dios de vivos y de muertos, que sí tiene el poder y la autoridad para hacer perecer tanto el uno como la otra…
La elección que hagan en esos días de Gran Tribulación, es lo que decidirá el futuro eterno de sus almas.
Creemos que esto es locura… Más el misterio de iniquidad ya está operando en este mundo.
Oremos a Dios para que nos guarde y mantenga nuestros corazones fielmente apegados a su verdad. Amén.
Fernando Acuña.

 

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¡La esencia del Cristianismo!

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree”… Romanos 1:16.
Hermanos el mensaje de Cristo cambio el mundo. Los Apóstoles cambiaron el mundo predicando con sencillez el mensaje de Jesús: ¡ARREPIÉNTETE Y CREE EN EL EVANGELIO!
Todos los que vinieron antes de Jesucristo son saqueadores y salteadores, predicadores de doctrinas extrañas. Prometen algo que ni ellos mismos conocen, y endulzan los oídos humanos con palabras reconfortantes.
Sin embargo el evangelio de Cristo es ‘duro’, su mensaje comienza con un gran ¡ARREPENTÍOS Y CREED EN EL EVANGELIO! Marcos 1:14-15.
¿Por qué era necesario arrepentirse? “…Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles”. Romanos 1:21-23.
También todos los que vinieron antes de Cristo estaban ciegos y nada sabían del Poder y la Gloria infinitos de Dios. ¡NO LO CONOCIERON!
Nada sabían de la resurrección de los muertos ni del Poder de Dios para llevarla a cabo. Nada entendían en estos asuntos y sus divagaciones y doctrinas se basaban en delirios sobre transmigraciones de almas, renacimientos y muertes  sucesivas…

Según sus razonamientos, en un continuo esfuerzo por alcanzar la tan ansiada liberación del alma de la ‘prisión’ del cuerpo, luego de muchos renacimientos y muertes, se lograba la ‘iluminación final’, entonces el alma se ‘fundía’ luego con una divinidad incognoscible, extraña, ajena a todas las penalidades y sufrimientos de la raza humana… el alma volvía al seno de su progenitor ‘ajena a sí misma’, sin ‘conciencia subjetiva’, sin saber quién fue en una de sus tantas vidas pasadas… ¡La aniquilación total del ser!
Toda esta fantasía, que hoy está tan de moda en nuestra civilización occidental, inclusive se la mezcla con el evangelio de Cristo, no puede ni va a salvar a nadie jamás.
Hay diferencias enormes entre REENCARNACIÓN, TRANSMIGRACIÓN y “RESURRECCIÓN”.
Reencarnar es volver a la vida en otro cuerpo; Transmigración es cuando tu alma renace en un cuerpo diferente, ya sea de hombre, un animal, un insecto o un vegetal, tanto da…
Ahora, RESUCITAR, es VOLVER A LA VIDA DE ENTRE LOS MUERTOS SIENDO ‘YO MISMO’. Conservando mi propia subjetividad, personalidad, conciencia. Y este MILAGRO, esta VERDAD, sólo la hizo posible Dios a través de su inconmensurable poder, trayendo nuevamente a la vida a nuestro señor Jesucristo: El PRIMERO EN RESUCITAR DE ENTRE LOS MUERTOS.
Por lo tanto hermano, si tú crees en TRANSMIGRACIÓN O REENCARNACIÓN,  CICLOS ETERNOS DE RENACIMIENTOS Y MUERTES SUCESIVAS de las almas, déjame decirte que estas siendo ENGAÑADO, nada has entendido del mensaje evangélico y lo que se te predica es una doctrina de demonios. No me extraña que muchas personas concurran a las iglesias de hoy en día y asocien o mezclen el evangelio de Jesucristo con doctrinas y filosofías místicas orientales.
El mundo está cada día más PAGANO, más IDÓLATRA, más CONFUNDIDO. Las personas van a la Iglesia, oyen el evangelio y luego leen el horóscopo, consultan con el tarotista, con el médium espiritista, con el brujo, el pai de santo etc., pero nada de esto es cristianismo, nada de esto es el evangelio de Cristo. Si tú haces todo esto estas engañado, perdido. Estas cayendo en la red de las predicaciones modernas, en la NUEVA ERA… Algunos ven esto como un PROGRESO, como algo BUENO, como un nuevo despertar de la espiritualidad humana, pero déjame decirte: los que se adhieren a estas doctrinas están todos perdidos.
El evangelio de Cristo no ha cambiado. Sigue siendo el mismo, el mismo mensaje: ¡ARREPIÉNTETE Y CREE EN EL EVANGELIO!
Todos somos pecadores, todos somos malos, nada podemos hacer para salvarnos a nosotros mismos. Sin Cristo estamos perdidos, somos ciegos y andamos tropezando en pleno mediodía.
Sólo Jesucristo puede darnos vida y vida en ABUNDANCIA.
Sólo Él puede traernos a la vida VERDADERA.
Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él”… Romanos 6:8.
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.” Juan 10:27-28.
La esencia del mensaje de Jesucristo es el convencimiento de pecado que llega al corazón del hombre luego de oír el evangelio. Es el convencimiento de que necesita arrepentimiento y perdón. ¡Creed y arrepentíos!
La esencia del mensaje de Jesucristo es la RESURRECCIÓN DE ENTRE LOS MUERTOS. Si muero con Cristo en mi corazón, creo por fe, que Él me RESUCITARÁ EN EL DÍA DEL JUICIO. Y volveré de entre los muertos, con un cuerpo glorioso como el cuerpo de Jesucristo, mudado, transformado, para estar con Él y con los santos por toda la eternidad, sin dolor, sin lágrimas, sin sufrimientos, libres para siempre de la muerte. Amén.
Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero”. 1 Timoteo 1:15.
Fernando Acuña.

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¡Sed llenos del Espíritu!

Efesios 5:18
Palabra hermosa esta, puesta hoy en mi corazón, por la misericordia de Dios.
Si nos preguntáramos por qué fallamos tantas veces y tropezamos en reiteradas ocasiones en nuestro caminar cristiano, la respuesta la encontraremos en este pequeño gran detalle: no estamos siendo llenos del Espíritu de Cristo.
Hermanos: tenemos la ilusión de que ‘somos fuertes’, pretendemos depender de ‘nuestras propias fuerzas’ todos los días, queremos hacer uso de ‘nuestros propios recursos’… Pensamos que todo depende de nosotros y no es así…
Olvidamos las palabras de Jesucristo: “En verdad, en verdad os digo que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo de igual manera” (Juan 5:19).
Nos fiamos de nuestro propio entendimiento y olvidamos las palabras del predicador: “Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento” (Proverbios 3:5).
Nos apoyamos en nuestras propias fuerzas y creemos que podemos salvarnos a nosotros mismos y esto no es verdad: “Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida.
Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte” (2 Corintios 1:8-11).
Y en infinidad de casos la Palabra de Dios nos deja la enseñanza de que nuestra confianza debe reposar solamente en Aquél que es capaz de ‘soportarnos’ totalmente, a pesar de nuestros errores y tropiezos diarios.
…“Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:13).
Ser llenos de Espíritu de Cristo es desistir de nosotros mismos, es darle el protagonismo en nuestras vidas a la obra de Dios en nosotros. Porque Dios quiere obrar, quiere trabajar en nosotros. No olvidemos que somos ‘edificio en construcción’, ‘campo de cultivo’ (1 Corintios 3:9).
Hay personas que entienden por ser ‘llenas del Espíritu’ un ‘aumento’ de poder, más ‘unción’, más ‘milagros’, más hablar en lenguas… Sin embargo yo no pienso así. Respeto al hermano y hermana en Cristo, pero para mí el ser lleno del Espíritu Santo de nuestro Señor, es ‘vivir’ su palabra cada día, es ‘reflejar’ cada día más y más el carácter de Jesucristo, es ‘tener’ cada día más la ‘Mente’ de Cristo, es ‘obrar’ cada días más y más con el mismo pensar, hablar y sentir que manifestó nuestro Señor Jesucristo mientras vivió y predicó en esta tierra.
Y para lograrlo, después de mucho fracasar y tropezar entendí que debía entregarle cada día más mi vida al Señor. ‘Vivir’ su Palabra, no sólo hablarla, escribirla, ‘VIVIRLA’. Tanto en público como en privado debemos serle Fieles a Dios.
Ser llenos del Espíritu es ser conquistados cada día más y más, es ser cautivados cada día más y más por la palabra de vida eterna de nuestro Señor.
¡Llénense cada día más y más de la palabra de Dios! ¡Déjense vencer cada día más y más por la palabra de Dios! ¡No resistan al Espíritu!
Mi oración a Dios en el nombre de Jesucristo es que Él me conquiste, me domine, me cautive, me llene de la plenitud de vida eterna que solo me puede brindar su bendito Espíritu.
Recuerden que las cosas del Espíritu son locura para los hombres de este mundo, pero son salvación y poder de Dios para los que son elegidos y salvos (1 Corintios 2:14).
Un saludo fraternal de un hermano de Fe en Jesucristo.
Fernando Acuña.

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