“El largo camino de negarse a uno mismo”.

Qué poco conocemos la religión cristiana, y qué poco de ‘cristianos verdaderos’ tenemos en nosotros, si pensamos que heredaremos el reino de los cielos sin que haya un cambio verdadero en nosotros, en nuestras vidas, mentes y espíritus… ¡El que no naciere de nuevo no puede entrar en el reino de Dios! ¡Sin santidad nadie verá al Señor!

Esta reflexión va mucho más allá de un simple momento de meditación hermanos, el asunto es mucho más profundo, llega hasta el hueso, va directo a la médula.

Las palabras de Cristo llegan tan profundo en nuestros corazones que nos dejan perplejos: “Si alguno quiere ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. (Mateo 16:24)

Estas palabras nos enfrentan a nosotros mismos: todo lo que somos, todos nuestros deseos, proyectos y pensamientos, en suma, toda nuestra vida misma. Nuestro ‘Yo’ debe hacerse a un lado, debe ser exterminado, negado, aborrecido, para dejar lugar a la vida del Señor en nuestros corazones.

¡Qué difícil es entender esto, y más aún, qué difícil aceptarlo! ¡Estamos tan ‘enteros’, tan llenos de ‘nosotros mismos’!

A nuestra humana naturaleza todo le pesa… ¡Somos débiles!

Ya vendrán los que me digan que aquí no hay nada “difícil”, ya vendrán los que se pavonean de ser “incondicionales” seguidores de Jesús… Yo creo que éstos que desprecian a los más débiles son los que tienen su ‘Yo’ más entero… Se creen tan fuertes en su pretendida abnegación y no ven que día a día, en su desdén por los más  débiles, solo aumentan su propia gloria y vanidad…

¡Fuerza es reconocer nuestra propia debilidad! No para vivir en ella, sino para entender las luchas de otros hermanos y entendernos más a nosotros mismos. No para ‘justificarnos’ a nosotros mismos cuando pecamos, no para ‘excusarnos’ a nosotros mismos cuando caemos, sino para tener presente en nuestros corazones la humanidad, la humildad, la misericordia y la compasión necesarias para ayudarnos unos a otros, para extendernos la mano unos a otros.  

Muchos andan pensando que ser cristiano es aceptar a Jesucristo nada más y ¡pronto!

De la noche a la mañana amanecieron santos y puros, sin mancha, perfectos… Ya no serán más puestos a prueba, ya no pecarán jamás…

¡Ay, qué equivocados que están!

Muchos andan pensando que ya son “santos” sólo con decir ¡Creo!

Muchos piensan que porque han dejado de hacer esto o lo otro ya son ‘santos inmaculados’ y se pavonean frente a otros hermanos y hacen gala de su pretendida santidad y abnegación, y desprecian la lucha y la guerra de muchos hermanos que batallan duramente contra sí mismos, contra el diablo y contra el mundo…

Siguen sin entender, los que así se comportan, que la verdadera fe cristiana se ve en la ‘lucha diaria y constante’ en contra de uno mismo. ¡Especialmente en contra de la vanagloria propia! ¡La verdadera Fe es depender de Cristo para todo y todas las cosas!

La verdadera Fe cristiana se manifiesta diariamente en la ‘mano tendida’ a todo el que la necesite, en el ombro con ombro, en el oído amigo que escucha, en el corazón misericordioso que no juzga, en el ánimo paciente que siempre está prestes a ayudar y cooperar en lo que sea, sin mirar el perjuicio propio, la hora el día o el lugar…

¡Negarse a uno mismo es cargar diariamente la propia cruz y seguir a Jesucristo fielmente con humildad y un corazón sincero!

Hermanos, ya lo dije y lo repito: La santidad es un PROCESO. Es un PROCESO en el que Negarse a uno mismo, Tomar nuestra cruz diariamente y seguir al Señor Jesucristo, es la parte fundamental de ese PROCESO.

Pues cuando nos negamos y nos aborrecemos a nosotros mismos, estamos haciendo morir nuestro ‘Yo’, para que la vida de Cristo se manifieste en nosotros.

Nuestro ‘Yo’ es nuestra vida, más claro aún, nuestro Yo es todo aquello que queremos ser, es todo aquello que pensamos ser, es todo aquello que deseamos para nosotros mismos, es en suma nuestra propia voluntad.

El Señor nos pide que dejemos de lado nuestra propia voluntad, nuestras propias obras, nuestros propios pensamientos, nuestros propios caminos y acatemos de corazón Su voluntad, Sus obras, Sus pensamientos, Sus caminos…

Tal cuál lo dijo el Apóstol Pablo hermanos: “Ya no vivo ‘Yo’, sino que Cristo vive en mí”.

Fíjense hermanos qué hermoso es este pasaje de Gálatas 2:20, en la biblia ‘Nueva Traducción Viviente’: “Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí”.

Fíjense que dice: “Mi antiguo Yo ha sido crucificado con Cristo…”, es en pocas palabras lo que venimos tratando hace un rato.

Es una ‘renuncia’ completa, total, a nuestra voluntad, es un volverse completamente a Dios, es dar la espalda absolutamente a todo lo nuestro, a todo aquello que sea nuestra propia voluntad…

¡Oh, quién puede aceptar estas palabras!

Nuestros corazones desmayan ante tal exigencia: “Si alguno quiere ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”.

¡Pero qué difícil es! ¡Déjenme decirles que si ustedes no sienten angustia y dolor ante el costo de cargar su propia cruz, de verdad no están avanzando!

A Dios no lo podemos engañar… ¡Seguir a Jesucristo tiene un costo! Él mismo nos lo aviso: Lucas 14:28-32

¡Ese costo es la negación diaria de nuestra voluntad! Ese costo es la carga diaria de todo aquello que deseamos hacer por naturaleza, más que se opone a la voluntad de Dios para nosotros. Negarme a obedecer mis propios gustos, combatir el ‘pecado que mora en mí’, eso significa cargar ‘mi cruz’ diariamente. ¡Y cada uno de ustedes conoce su propia cruz! ¡Cárguenla! ¡Es Cristo el que nos demanda esta tarea!

Y mi oración es: «Más no sin tu ayuda, oh Dios mío, no me abandones».

Hermanos, nosotros por naturaleza estamos muertos en delitos y pecados. Somos animales salvajes de dura cerviz… Si la Gracia inmerecida de Nuestro Señor Jesucristo no transforma diariamente nuestros corazones, si su Espíritu Santo no obra un cambio radical en nuestras vidas, nosotros No podemos renunciar a nosotros mismos.

Y lo más importante, lo que más deseo que se entienda y guarden en sus corazones: Negarnos a nosotros mismos y Cargar con nuestra propia Cruz, es algo que debemos hacer Toda Nuestra Vida.

Pero cuán ‘largo y arduo’ es el camino de la negación de uno mismo. Y cada uno de los creyentes debe recorrer su propio camino de renuncia personal. Cada uno sabe de sus propios y fieros combates personales, cada uno conoce las cicatrices que le han dejado las largas y sostenidas batallas que ha librado contra sus pecados…

No desprecien en sus corazones las luchas de otros hermanos que también están cargando con su propia Cruz. Ustedes deben ayudarse mutuamente y extender sus manos a todos, con paciencia y mansedumbre. Esto es amar al prójimo de todo corazón.

Recuerden que somos salvos por la Gracia inmerecida de Nuestro Señor Jesucristo, y no por lo que hacemos. Aunque el Señor conoce nuestros corazones y la intención de nuestros actos, Él nos salva porque así lo decide.

Por lo tanto, el que piensa que su ‘desdén y renuncia’ a este mundo y a sí mismo, son ‘merecedoras de la vida eterna’, le pido de corazón que revise muy bien sobre qué Fundamento está parado. ¡Seguramente no es Cristo el que lo sostiene! Pues una Fe de esta clase No está anclada en Jesucristo, sino sobre sí misma, sobre obras humanas, y no sobre la Cruz de Jesús. ¡Nada merecemos! ¡Somos salvos por la Gracia de Dios!

Hermanos, nunca lo olviden. Una cosa no invalida la otra: somos responsables de nuestros propios actos y deberemos responder por ellos en el Santo Tribunal de Dios.

Más nos vale apegarnos y refugiarnos en las muchas misericordias de Dios y, junto con Cristo y la ayuda de su Santo Espíritu, renunciar a nuestra propia vida, para encontrar en la vida de Jesús, la verdadera vida, y entender la voluntad de Dios para cada uno de nosotros. AMÉN.

Fernando Acuña.

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“Hijitos, apártense de cualquier cosa que pueda desplazar a Dios de sus corazones”. Amén.

¡Cuántas cosas son las que a diario se abalanzan sobre nuestros corazones e intentan ocupar el lugar que solo a Dios pertenece!

Los cristianos no llegamos a entender lo expuestos que estamos a las influencias de este mundo maligno y corrupto, no entendemos lo ‘engañoso’ que es nuestro propio corazón, y esto es porque tenemos una ‘buena opinión’ de nosotros mismos.

Pensamos que ya estamos completos, que ya somos muy puros, que ya somos perfectos, que el pecado ya no nos puede dominar ni ejercer su maligna influencia sobre nosotros…

¡Qué equivocados que estamos!

“Por lo tanto, el que piense que está firme, tenga cuidado de no caer” (1 Corintios 10:12).

Hermanos: ¡Somos demasiado débiles!

Si estamos en pie y luchando de manera ‘exitosa’ y ‘efectiva’ en contra del pecado, es sólo porque Dios nos sostiene y fortalece a diario. ¡Toda la gloria sea para Cristo!

Esta debería ser la actitud de nuestro corazón y entendimiento. Pero, infelizmente, la jactancia hace nido en nuestra mente y llena lentamente nuestros corazones de vanidad y falso ego…

Hermanos, cuando vivimos en Cristo y Cristo vive en nosotros, todo nuestro ser interior se va llenando lentamente de toda la plenitud de Dios.

Pero si decimos que vivimos en Cristo, y afirmamos que Cristo vive en nosotros y, sin embargo, nos gloriamos y aplaudimos a nosotros, en vez de dar gloria a Dios, nuestro ser interior solo puede llenarse de nosotros mismos, o sea ¡de pecado!

¿Qué hay en nosotros fuera de Jesucristo? ¡Pecado!

¡Todo lo que es ‘nuestro’, si está fuera de Cristo, sólo es pecado!

¡Todas nuestras ‘buenas obras’, si no están en Cristo, son trapos de inmundicias!

Hermanos, no tenemos con qué presentarnos delante de Dios, ni tenemos lugar con Él, fuera de Jesucristo. ¡Dios Padre nos acepta porque Jesucristo cumplió cabalmente su santa Justicia y satisfizo eficazmente sus demandas de Justicia! ¡Él pagó con su vida el precio de nuestras rebeliones!

Nada de lo que ‘podemos hacer’ puede siquiera ser mencionado delante del Señor, sin constituirse en una blasfemia.

La vanagloria y la arrogancia han arrojado de los cielos, a los abismos más profundos, a millares de Ángeles…

Ustedes deben guardar sus corazones, no solo de las tentaciones y lujurias de este mundo, sino de su ‘propia levadura’.

Ustedes no deben tener una buena opinión de ustedes mismos, que sean Dios y su Iglesia, sus hermanos de fe en Cristo, los que puedan decir que ustedes son verdaderos hijos de Dios aprobados, sin hipocresía.

Ustedes deben ser humildes y pensar con discreción acerca de ustedes mismos.

Nunca estamos tan expuestos a tropezar que cuando tenemos una buena opinión de nosotros mismos.

“Yo me miro a mí mismo y sé que no me alcanza, siento que nada nunca será lo bastante, y entonces más me aferro a Jesucristo, más me encomiendo a su amor incondicional e inmerecido”. ¡Nada soy! ¡Yo no tengo con qué presentarme delante del Señor! ¡Cristo sabe que no miento!

Hermanos, debemos conducirnos con sabiduría y humildad, y debemos pedirle a Dios en el nombre de Jesucristo, que quite de nuestros corazones cualquier cosa que hoy esté ocupando su lugar.

No debemos olvidar que el pecado fácilmente nos enreda, y que pecar es lo que de manera más natural hacemos… Estamos bajo asedio permanente, pues nuestro enemigo no descansa y anda como león rugiente, buscando a quién devorar… ¡Pero Dios puede guardarnos!

Dios tiene el Poder para guardarnos de todo mal y los que conocemos a Dios luchamos diariamente en contra del pecado y del mundo.

Que cada uno se ponga a prueba a sí mismo y mire con cuidado sus caminos. Si está en Cristo y en los caminos de Cristo, o si por el contrario, está en sí mismo, atontado y siguiendo, no a Cristo, sino a sus propios pecados.

Nosotros no debemos llenarnos de nosotros mismos. Es todo lo contrario: debemos vaciarnos a nosotros mismos para ser llenos del Espíritu de Dios.

Cristo debe ser el centro de nuestros corazones y entendimiento.

¡Todo lo que ocupe su lugar debe ser desterrado!

Nosotros No podemos hacer solos esta obra. Por eso es necesario que entreguemos nuestras vidas a Jesucristo y confiemos cada día más en Él.

Qué ningún pecado, ningún ídolo mundano, ninguna inmundicia de la carne, ninguna pasión desordenada, ninguna codicia por las cosas de este mundo, ¡Nada! ¡Absolutamente nada debe ocupar el lugar de Cristo en nuestros corazones! Amén.

Fernando Acuña.

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“El ‘sistema mundano’ y el ‘principio de exclusión’”.

Queridos hermanos de Fe en Cristo Jesús, quiero pedirles encarecidamente que estén muy atentos y en constante oración por ustedes mismos, por sus almas y también por la Iglesia; levanten sus manos a Dios en los cielos y oren por sus hermanos de Fe en Jesucristo.

Hermanos, la iglesia está destinada a pasar por grandes pruebas y sufrimientos en los días venideros. Les escribo una y otra vez lo mismo, para que estén bien advertidos, para que en esos días su fe no desfallezca. ¡No olviden que serán entregados y odiados por sus propios hermanos, familiares, vecinos y amigos!

Qué bueno sería que cada creyente pudiera ir meditando ‘desde ya’ en todas estas cosas. ¡Se harán un favor muy grande a ustedes mismos si logran llegar preparados para soportar todas estas cosas en aquellos días!

El único camino a seguir para estar preparados es no apartarse de Dios.

Es velar en oración siempre: ¡Oren todos los días, manténganse apegados al Gran Amor de Jesús!

Tengo mucho miedo de que las ‘distracciones’ de este mundo, las preocupaciones y presiones diarias que sufren para ‘amoldarse’ a las normas y costumbres de este mundo, o ser excluidos de él, los alejen de Dios.

Ya estamos viviendo situaciones en las que los creyentes están siendo diariamente excluidos de muchas actividades sociales, educativas, políticas, económicas, y deben enfrentarse a grandes dificultades a la hora de conseguir un empleo para sustentar a sus familias.

Ciertamente ustedes me dirán que estoy exagerando y que ‘tal persecución no existe’… les recomiendo que miren algunos documentales en internet, este por ejemplo: https://youtu.be/3vaCoMfwKzE

El documental en cuestión se llama: «Expulsados, prohibida la inteligencia». Está en YouTube y lo pueden encontrar por este mismo título, si por las dudas falla el vínculo.

Hermanos: esto sucede en Estados Unidos, el ‘primer mundo’, ¿Qué piensan que sucederá por estos pagos de Latinoamérica?

¿Quieren ejemplo más claro que este?

Padres: fíjense nada más en la educación que reciben sus hijos en las escuelas, liceos y universidades: está prácticamente prohibido siquiera ‘Creer en Dios’ en esos lugares… ya no podemos decir que está prohibido ‘hablar de Dios’ en esos centros educativos, pues hace más de un siglo que ‘Dios fue expulsado’ de las salas de aula en todo el mundo.

El ‘sistema mundano’ no deja de preparar ‘soldados’ para su causa: ¡Todos ateos!

A los niños y adolescentes en los centros educativos modernos no se les menciona siquiera la historia del cristianismo. No sea cosa que el solo hablar de Jesucristo, ‘viole la laicidad’… Un profesor Frances, Matthieu Faucher, fue censurado en el colegio dónde enseñaba por contestar preguntas de sus alumnos acerca de Jesucristo. ¡Ellos no sabían quién era Jesucristo! ¡En Francia! UNA DE LAS CUNAS DEL CRISTIANISMO OCCIDENTAL.

Dije más arriba que está prácticamente prohibido ‘creer en Dios’, y asumirlo, en los centros educativos modernos, y ustedes estarán pensando que sigo exagerando…

Les pido que alguno de sus hijos le comente a sus compañeros de clase que ‘creen en Dios’, que ‘tienen Fe en Jesucristo’… ¡El bullying que van a sufrir será mayor que por cualquier otra causa!

Es muy lamentable pero esto ya está sucediendo en todo el mundo.

Las personas de este mundo se burlan y excluyen a los creyentes en cualquier lugar: en el trabajo, en los centros de estudio, en una simple reunión de amigos y conocidos…

¿Saben por qué sucede esto hermanos?

Porque este ‘sistema mundano’ está regido por un ‘principio de exclusión’.

Quiero explicarles esto por partes.

Primero ¿Qué es el ‘sistema mundano’?

El ‘sistema mundano’ es todo el conjunto de estructuras, normas, reglas, conductas y comportamientos, que los seres humanos han creado para vivir AL MARGEN DE DIOS.

Este  ‘sistema mundano’ está regulado por un ‘principio de exclusión’, es decir, una norma básica que dicta una ‘sentencia inapelable’, impone una condición excluyente sobre todos aquellos que quieran ‘ser aceptados’ por esta ‘sociedad mundana’: ¡NO SE PERMITEN EN ELLA NADA QUE TENGA QUE VER CON DIOS, LA FE O LAS RELIGIONES!

¡Dios está excluido del sistema que rige las relaciones y conciencias de los hombres que viven según el mundo!

¡El mundo y el principio que lo regulan, excluyen de él, tanto a Dios, como a los que creen en Dios!

Si los cristianos quieren formar parte de este mundo y ser aceptados por esta ‘sociedad mundana’, deben pensar y vivir como ella ordena.

O sea, deben transformarse en ‘hombres mundanos’, ‘amigos de este mundo’, transigir con todas sus normas morales y sus códigos de conducta.

Una de las cosas que más nos piden, tanto Jesucristo como los Apóstoles, es ‘No Amar’ a este mundo, es ‘No Amoldarnos’ a este mundo…

Los hombres que nacieron insertos en este sistema mundano de relaciones (la mayoría de los hombres), no conocen a Dios ni su Palabra, ni tampoco son conscientes del engaño que se opera en sus mentes y espíritus.

Esta es la verdadera misión de la Iglesia: ¡Trabajar para Dios, predicar el evangelio y ganar hombres para Cristo! ¡Arrancarlos del reino de las tinieblas y del dominio de satanás!

Hermanos, en el mundo hay dos clases de personas: “Los que están en el mundo y viven como el mundo les dice, y los que creen en Jesucristo y obedecen lo que Dios dice”.

El ‘sistema mundano’ está diseñado por satanás para cegar a los hombres, mantenerlos atados, esclavizados y prisioneros de toda clase de maldad. ¡Satanás es el ‘Príncipe de este mundo’!

Los hombres que se niegan a recibir a Cristo son sus prisioneros, sus esclavos, y están sometidos a su autoridad.

Sólo hay una manera de escapar, y esta manera es Creer en el Hijo de Dios: ¡Jesucristo!

Cuando pasan a formar parte de la familia de Cristo, cuando ustedes someten sus vidas a la autoridad de Jesucristo, ustedes son ‘sacados del sistema mundano’ regido por satanás: “ Pues él nos rescató del reino de la oscuridad y nos trasladó al reino de su Hijo amado”. (Colosenses 1:13).

Hermanos, este mundo es un ‘Reino de oscuridad’ regido por su príncipe: ¡el diablo!

A menos que la palabra de Dios los liberte de la oscuridad y del dominio del mal, ustedes seguirán siendo sus esclavos y prisioneros.

Satanás les promete riquezas, gloria, poder, comodidades y placeres mundanos, pero el precio que pagarán será demasiado alto: ¡Satanás quiere destruir sus propias almas!

Jesucristo está a la Puerta y llama: “Si alguno de ustedes es despertado por su voz y la oye, les ruego que no endurezcan su corazones ” (Apocalipsis 3:20).

Ahora, para los creyentes, los que fueron despertados y escaparon del dominio de la oscuridad y del sistema satánico, mi recomendación es que no bajen la guardia. Sigan velando, sigan atentos, sigan perseverando en oración y guárdense de toda clase de maldad. Esfuércense pues el tiempo que queda es poco y los días son malos.

Por sobre todas las cosas hermanos, confíen en Jesucristo en todo momento, aprendan a depender de Él y no de ustedes mismos, ni de sus propios recursos.

No teman si el día de mañana son ‘perseguidos en toda regla’ y se ven imposibilitados de llevar una vida normal, ya que para realizar las cosas más básicas tendrán que ‘estar registrados’, y ‘obedecer al principe de este mundo’: lean Apocalipsis 13:17.

Recuerden hermanos que Nuestro Señor Jesucristo promete la victoria a todos aquellos que se mantengan fieles y constantes hasta el fin. La iglesia tendrá que atravesar esta Gran Tribulación y Persecución y mantenerse fiel hasta el regreso de su libertador: ¡Jesucristo!

¡Hermanos no quieran pertenecer a este mundo! ¡Pertenecer a este mundo es rechazar a Jesucristo!

Hermanos, les envío un saludo especial y pido que oren por mí, y que oren por toda la iglesia de Dios. Amén.

Fernando Acuña.

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“SI OYEN HOY SU VOZ NO ENDUREZCAN SUS CORAZONES ”.

Muchos hombres y mujeres han llegado a ‘ese momento’ de sus vidas en el que perciben que algo está fallando gravemente en su interior. Entran en conflicto su razón y sus sentimientos, sienten que no encajan, que una parte de su ser está vacío, hueco, y que todas las distracciones de este mundo no pueden saciar una sed espiritual que hasta ese momento les era desconocida…

Es la muy famosa ‘crisis existencial’, provocada por diversos factores como la angustia, ansiedad, desilusión, inseguridad, desencanto, pérdida, etc…

La gran mayoría de las personas que atraviesan estos momentos amargos de intensa duda, miedo y desengaño, están luchando internamente consigo mismas, buscando en qué o en quién creer, a qué o a quién aferrarse, si tomar éste o aquél camino…

Las angustias y aflicciones del día a día ponen a prueba nuestro carácter y nuestra comprensión de la vida, nos hacen sentir pequeños e insignificantes. Nos vemos de un momento a otro necesitados de ayuda, obligados a reconocer que no tenemos todas las respuestas, sentimos que muhas cosas no tienen sentido, que no podemos abarcarlo todo, que las cosas materiales no nos satisfacen ni nos llenan por dentro, nos encontramos desesperados sin saber adónde buscar ni adónde ir…

Estas crisis revelan que el ser humano ‘no se basta a sí mismo’, que el hombre ‘no es’ la medida de todas las cosas…

Mayoritariamente en estos conflictos internos, el hombre siente en lo mas profundo de su ser que existe algo mucho mayor que él, que está fuera de él, y a su vez dentro de él. ¡Su conciencia se lo dice!

Pero muchas veces el hombre, obstinado, no lo oye, no lo comprende, porque aún no lo conoce, ni mucho menos ‘reconoce’…

Miren amigos, Dios nos dio la vida a cada uno de nosotros, y por más empecinados que estemos en negar nuestros orígenes, por más que intentemos vivir de ‘espaldas a Dios’, en algún momento la gran hora de la decisión nos llegará: la campana sonará, y la vida nos demandará una respuesta; en estos momentos de prueba, la vida nos pondrá dos caminos por delante, dos sendas, y sólo podremos elegir una.

Y aquí es donde decidiremos nuestros destinos: con nuestra elección decidiremos seguir por el camino que nos conduce a Dios, es decir, al ‘sentido mismo de la vida’, o elegiremos seguir por el ‘camino del mundo’, es decir, continuar engañandonos a nosotros mismos, con nuestra pretendida autosuficiencia y libertad…

Pero qué corrupto es este mundo amigos y cómo el ‘sistema mundano’ en el que vivimos insertos, se las ingenia para confundirnos, despistarnos, y hacernos creer que para todos nuestros problemas la solución está en ehar mano de la ‘superación propia’, ‘amor propio’, ‘autoayuda’, ‘resiliencia’… (¿cuántas veces escucharon esta palabrita?)

El mundo y la ‘sociedad mundana’ buscan ‘ocultar a Dios’ de todos aquellos que se preguntan profundamente por el real y verdadero sentido de la vida. La sociedad radicalmente laica, pagana y prácticamente atea en la que vivimos, nos dará mil respuestas, pero Dios nunca será una de ellas.

(Cuando hablo de ‘mundo’, ‘sociedad mundana’ o ‘sistema mundano’, me refiero a la «Sociedad humana organizada social y culturalmente SIN DIOS», o sea, es la forma de vida actual de nuestra civilización, dominada por el más radical y agresivo laicismo Estatal, en el cual NO HAY LUGAR PARA DIOS)

Amigos, todo ese rollo de ‘autoayuda’, ‘superación propia’, ‘resiliencia’, es todo una fachada… ¡Soberbia pura, y además, inútil!

Verán amigos, seguramente ustedes ya han pasado por estas cosas y saben por experiencia propia (por experiencia propia quiero decir sus “grandes fracasos”), que intentar apoyarse en ‘ustedes mismos’ para encontrar sentido y dirección a sus vidas, a resultado en una experiencia sumamente frustrante…

Y esto comprueba que fracasamos en nuestras vidas porque vivimos sin Dios, sin su dirección y confiando en nuestro ‘buen juicio’…

Pero no nos damos cuenta, hasta que fracasamos estrepitosamente,  que el tal ‘buen juicio humano’, ‘sin Dios’, es una quimera, una estupidez que solo conduce a cometer estupideces mayores…

Les ruego a ustedes que leen este artículo hoy, y que han llegado hasta aquí buscando respuestas, que me digan con sinceridad, ¿adónde los ha conducido su ‘buen juicio’ en los asuntos trascendentales de esta vida?

Queridos amigos, no se engañen a ustedes mismos, si existiera ‘buen juicio humano’ en el mundo, seguramente no estaríamos como estamos, no habrían tantas injusticias ni diferencias entre nosotros. Y si existiera ‘buen juicio’ entre ustedes seguramente serían exitosos en todos sus caminos, estarían completos y felices, y no necesitarían nada…

Pero no lo están, y por algo están buscando respuestas y una salida a sus temores y dudas acerca de sí mismos.

Tal vez ustedes han conseguido grandes cosas a nivel económico, tal vez ustedes han logrado reconocimiento social y una vida cómoda y prestigiosa que les permite vivir sin problemas e inquietudes sobre su sustento diario. Pero en otras áreas de sus vidas les va muy mal. Y todo lo bueno que pueden poner en sus mesas diariamente y todo el lujo y el confort con los que se rodean a diario, no los satisface, pues ven que todas estas cosas materiales no pueden llenarles el alma, no les dan las respuestas que están buscando…

Amigos ¡Nada de lo material les va a traer la paz y tranquilidad, mucho menos las respuestas verdaderas que ustedes están buscado!

No piensen que estas palabras son discursos vanos y tontos de algunos que fomentan la pobreza y exaltan la mediocridad.

¡Ninguna riqueza, ninguna creación humana les traerá paz, y ninguna cosa, fuera de Dios mismo en sus vidas, le dará sentido a su existencia!

Ustedes están buscado ‘pruebas’ que les ayuden a decidir qué camino tomar, qué respuesta dar en ese momento en que la vida los hace cuestionar todas las cosas. Yo tengo esa respuesta, yo les voy a decir cuál es el camino: “El único Camino es Jesucristo, la única Respuesta es Jesucristo en sus vidas».

¿Quieren una prueba de la existencia de Dios?

Miren como vive el pueblo de Cristo en este mundo tan corrupto, deshonesto e injusto: “el pueblo de Dios es luz en medio de esta gran oscuridad que es el mundo, dominado por la maldad de los hombres que han elegido vivir sin Dios”.

Queridos amigos, si hoy la vida los pone contra la espada y la pared, les ruego que no endurezcan sus corazones. Si hoy escuchan la voz del Señor Jesucristo llamando a sus puertas, salgan y Ábranla: ¡ABRAN BIEN LAS PUERTAS DE SUS CORAZONES Y RECIBAN A JESUCRISTO!

Él seguramente colmará todas las expectativas de una vida feliz y repleta que ustedes tanto desean y por la que tantos desvelos  y angustias han padecido.

Miren a los creyentes, pongan sus ojos en los ‘verdaderos hijos de Dios’, y entonces comprenderán que la vida sólo cobra sentido cuando es vivida conforme a la voluntad de Dios.

¡Cuando tienen a Dios en sus vidas, su vida tiene valor, sentido y dirección!

Jesucristo puede sanar todas las llagas y heridas que sus malas decisiones los han llevado a cometer. Jesucristo puede recomponer sus vidas y hacerlos vivir plenamente, y superar ampliamente, todos aquellos obstáculos y dificultades en los que ustedes estaban estancados y detenidos.

¡Si oyen hoy su voz, no endurezcan sus corazones!

Esta es la solución que la vida demanda hoy de ustedes: “Que crean y reconozcan al único Enviado de Dios, a Jesucristo, su Hijo Amado”.

Entonces vivirán la vida que Dios ‘tenía preparada’ para ustedes, y gozarán de todo el consuelo y el amor de Jesús, el Hijo de Dios, y el apoyo de su Iglesia, sus hermanos de Fe en Cristo.

Y además, escaparán de la condenación que está dictada sobre este mundo. ¡Este mundo repleto de maldad e injusticia va a terminarse!

Qué Dios los ilumine y llene sus corazones con el amor inmerecido de Jesucristo. Amén.

Fernando Acuña.

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“No se les pide que ‘sigan a los seguidores de Jesucristo’, se les pide que ‘sigan al mismísimo Señor Jesucristo’”.

Qué tontos son todos aquellos que abandonan su fe o dejan de concurrir a sus iglesias porque vieron a otros ‘creyentes’ comportarse indebidamente y no seguir en su vida diaria, aquellos principios que dicen profesar y creer.

¡Las personas que se apartan de Dios por estas cosas, se decepcionan con Cristo y no con los hombres que le fallan a Cristo! ¿Qué culpa tiene el Señor de que muchos hombres sean hipócritas e infieles?

El pueblo de Cristo debe entender que su misión es seguir y guardar las enseñanzas de su Maestro por encima de cualquier otra cosa.

Ustedes han recibido el Espíritu Santo de Jesucristo mismo, ya tienen todo lo que necesitan para poder obedecer a Dios de la manera que a Él le agrada, ustedes sirven a Dios por medio de Cristo, en Espíritu y Verdad.

No tienen que fijarse en cómo vive fulano o mengano: “Cada uno recibirá el justo pago por sus obras, en el Gran Día del Juicio de Dios”.

Es más queridos hermanos, debería ser motivo de reflexión para ustedes el hecho de ver (de manera cada vez más abundante hoy en día) en sus iglesias, a muchos que dicen ser cristianos de corazón, pero la manera en que viven dice lo contrario.

“Esas personas salieron de nuestras iglesias, pero en realidad nunca fueron parte de nosotros; de haber sido así, se habrían quedado con nosotros. Al irse demostraron que no eran parte de nosotros” (1 Juan 2:19).

“Pues muchos son los llamados, pero pocos los elegidos” (Mateo 22:14).

Estos versículos nos advierten y amonestan a que estemos muy atentos a quiénes tenemos alrededor.

Si alguno dice ser cristiano pero vive de manera desordenada y en pecado, no hay evidencia tangible de que esa persona haya nacido de nuevo, por lo tanto, ya sabemos que no podemos ni debemos seguir los consejos de tales personas. ¡El árbol se conoce por sus frutos!

Así ese hombre concurra a su iglesia diariamente, o valla a sus reuniones, dónde quiera que estén, ¡no importa! Ese hombre vive en pecado, anda en oscuridad y no conoce a Jesucristo: “Si alguien afirma: «Yo conozco a Dios», pero no obedece los mandamientos de Dios, es un mentiroso y no vive en la verdad; pero los que obedecen la palabra de Dios demuestran verdaderamente cuánto lo aman. Así es como sabemos que vivimos en él. Los que dicen que viven en Dios deben vivir como Jesús vivió” (1 Juan 2:4-6).

No hay excusas hermanos, si alguien dice que es cristiano, debe vivir como Jesús vivió.

Si ustedes estudian y meditan de corazón en la palabra de Señor, Él les mostrará quiénes le pertenecen y quiénes no. ¿Cómo lo sabrán? Ustedes lo sabrán  porque ustedes guardan las enseñanzas de Cristo y las obedecen de todo corazón, mientras que los que se hacen llamar ‘hermanos de fe’, ‘cristianos renacidos’, y viven en pecado y desobediencia, poco o nada de cristianos, y menos aún de renacidos, tienen…

Hermanos, no deben decepcionarse con Dios por culpa de la infidelidad y desvergüenza de muchos descarados y atrevidos cuyas vidas son un insulto a Nuestro Señor Jesucristo.

Ya sea una persona “común” en la iglesia, o hasta el mismo “pastor” de la iglesia, el que viva en pecado y desobediencia, ustedes no deben escandalizarse a causa de la conducta de estas personas, ni apartarse de Dios por causa de ellas. Hoy en día es común ver tanto relajamiento en las iglesias, empezando por sus “líderes”… ¿Qué se puede esperar de una comunidad de fieles, si su guía es ciego, y lo único que desea es hacerse rico saqueando y robando a los creyentes?

¡SUS OJOS DEBEN ESTAR PUESTOS EN JESUCRISTO!

Por los intereses de sus almas queridos hermanos, yo les recomiendo que se concentren en vivir el evangelio de Cristo con todo su corazón y todas sus fuerzas.

No me importa si en la iglesia a la que voy hay gente que vive en pecado, ¡Yo viviré como mi Señor Jesucristo me ordena! No me importa si he descubierto que el “pastor” de mi congregación es un adúltero ¡Yo viviré como mi Señor Jesucristo me ordena! No me importa si mis ‘conocidos incrédulos’ se burlan de mí fe a causa del mal comportamiento que ven en aquellos que se dicen cristianos ¡Yo viviré como mi Señor Jesucristo me ordena!

Es cierto que muchos incrédulos se ríen de la fe cristiana y la desprecian, porque ven que muchos de los que van a las ‘iglesias’, y se tienen por ‘piadosos cristianos’, son en realidad “malas personas, egoístas, avaros, no tienen bondad en sus corazones, y en todo, sus vidas no se diferencian en nada de la de los paganos y ateos”… ¡Hay muchos que viven en los templos e iglesias, y son peores personas que los ateos y paganos que no conocen a Dios!

¡Esa gente tendrá su recompensa! ¡Su castigo viene a caballo! Como dice el dicho…

Es imposible que estas personas se burlen de Dios y sean causa de tropiezo, tanto para los creyentes, como para los que aún no conocen al Señor. ¡Su castigo será doble!

Ustedes hermanos de Fe en Cristo Jesús, busquen seguir únicamente a Jesucristo. ¡Que Jesús sea el FARO que GUÍA sus vidas!

Hermanos no se sientan nunca humillados por esta clase de gente, ni les preocupe la posición social que tienen estas personas o aún que cargo y asiento ocupan en las ‘iglesias’… ¡Porqué muchos de estos descarados tienen “buena posición social y dinero”, mas no tienen a Cristo en sus corazones!

¡Los más fieros enemigos de la Iglesia están en el mismo seno de las congregaciones! ¡Son todos aquellos que se hacen llamar cristianos pero niegan a Cristo con su conducta y su vida!

La religión cristiana no se trata de posición social: ni cuánto tenemos ni cuánto poseemos. Tampoco se trata de cuánto sabemos: no se nos pide que seamos enciclopedias vivientes, Master en Teología, ni nada por el estilo. No se trata tampoco de lo que hacen los demás, ¡sino de lo que hago yo!

La vida cristiana se trata de vivir sencillamente el evangelio predicado por Jesucristo y los Apóstoles. Leer y meditar diariamente la palabra de Dios. Creer y confiar en Jesucristo siempre y bajo cualquier circunstancia, tratar de vivir en paz con todo el mundo, y seguir únicamente a Nuestro Señor.

Nadie nos mandó seguir a los ‘seguidores de Jesucristo’.

Jesucristo nos pidió que lo siguiéramos a Él, que nuestros ojos estuvieran puestos en Él, y nuestros corazones descansaran solamente en Él.

Ahora, si vemos en los hermanos de fe en Cristo, una conducta digna de nuestro Señor, entonces, hagamos todo lo posible por mantenernos unidos y en comunión unos con otros, porque esta es la voluntad del Señor.

DIOS LOS BENDIGA. AMÉN.

Fernando Acuña.

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“Los Judíos piden señales del cielo y los gentiles buscan conocimiento humano”.

Todos los que buscan ‘conocer’ a Dios a través de ‘señales milagrosas’ o mediante ‘razonamientos humanos’ están todos condenados a la más absoluta frustración.

¿Quiénes pueden conocer a Dios?

¡Los que tienen su Espíritu!

“Así mismo, nadie conoce los pensamientos de Dios sino el Espíritu de Dios” (1 Corintios 2:11).

¿Y cómo hacemos para conocer a Dios? ¡Creyéndole a Dios! “Jesús les dijo: —La única obra que Dios quiere que hagan es que crean en quien él ha enviado” (Juan 6:29).

¡La única de forma de conocer a Dios es a través de su Hijo Jesucristo! ¡Y la única forma de conocer el carácter y los atributos de Dios, es estudiando su palabra, leyendo el Evangelio y contemplando la vida y la obra de Nuestro Señor Jesucristo!

El ‘mundo’ nunca conocerá a Dios a través del conocimiento humano, pues Dios ‘ocultó su existencia’ de su vana razón… Por esta misma razón los Judíos tropezaron cuando no entendieron ni sometieron sus corazones al Evangelio de Cristo…

Los hombres no conocen a Dios y niegan su existencia, porque se NIEGAN a RECONOCERLO, y se empecinan en cerrar sus ojos a la evidencia: «Ellos conocen la verdad acerca de Dios, porque él se la ha hecho evidente. Pues, desde la creación del mundo, todos han visto los cielos y la tierra. Por medio de todo lo que Dios hizo, ellos pueden ver a simple vista las cualidades invisibles de Dios: su poder eterno y su naturaleza divina. Así que no tienen ninguna excusa para no conocer a Dios» (Romanos 1:19-20).

Toda la naturaleza, en su más vasta expresión de diversidad y complejidad biológica, demuestra la más contundente prueba de la existencia de un Dios que Crea a Su antojo y delite, las más variadas formas de vida.

Jesucristo caminó entre el pueblo Judío durante tres años y medio haciendo milagros, resucitando muertos, curando enfermos, haciendo caminar a paralíticos, alimentando a multitudes con 5 panes y 2 pescados…

Ellos, sin embargo, siguieron empecinados en “No Creer”, insistían en pedir “Señales del Cielo”. ¿Qué otras ‘señales’ querían? ¿No era suficiente ya con lo que veían a diario?

De la misma manera el mundo, los hombres modernos, siguen cerrando sus ojos a la evidencia de que la vida “No Es un producto del Azar”. La vida no surgió a partir de la combinación azarosa de moléculas y compuestos inorgánicos al azar…

«Afirmaban ser sabios pero se convirtieron en completos necios» (Romanos 1:22).

«Por pensar que era una tontería reconocer a Dios, él los abandonó a sus tontos razonamientos y dejó que hicieran cosas que jamás deberían hacerse…» (Romanos 1:29).

¡La vida es la Manifestación Contundente de una Inteligencia que Diseña y da Existencia a todo lo que vemos!

A Dios no lo encontraremos en ‘señales del cielo’, ni buscándolo por medio del ‘vano conocimiento’ humano…

Dios a elegido un camino mucho mejor para darse a conocer: ¡Él ha elegido el camino de la Fe en su Hijo Jesucristo y manifestar entre los hombres, a través de la fe, el Poder de su Espíritu!

Todos los que reciban el ‘Don del Arrepentimiento’, alumbrando su entendimiento con el Espíritu del Señor, comenzarán a comprender la forma en que Dios actúa, comenzarán a ‘conocer’ a Dios y a ser conocidos por Él.

¿El arrepentimiento es un Don de Dios? ¡Sí lo es! ¡Hasta el arrepentimiento es un Don de Dios,  así como la Fe también es un Don de Dios! ¡Todo es de Dios y para su Gloria! (2 Timoteo 2:25)

En un mundo tan perverso y malo, el ‘hombre natural’ no puede arrepentirse por sí mismo.

El hombre No puede escaparse de las garras de satanás y sus pecados.

El hombre necesita que Dios obre en su corazón la necesidad de Arrepentirse, darse cuenta que está perdido, confundido y en completa oscuridad.

“Acaso puede un etíope cambiar el color de su piel?
Puede un leopardo quitarse sus manchas?
Tampoco ustedes pueden comenzar a hacer el bien porque siempre han hecho lo malo” (Jeremías 13:23).

¿Entienden ahora hermanos?

¡Dios es el autor completo de nuestra salvación!

¡Dejen de buscar señales! ¡Abandonen la obstinación de sus pobres mentes de querer ‘comprender’ cómo Dios hizo todo lo que hizo!

¡Sométanse a Dios!

Ignoren al mundo y a todos los idólatras que no conocen a Cristo. Estos hombres no se cansan “Dar cabezazos contra la pared” (Hechos 26:14 NVI).

Que Dios los bendiga por medio de Jesucristo, y su Santo Espíritu los conduzca por las sendas del verdadero conocimiento de Dios.

Fernando Acuña.

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“El privilegio de ganar a otros para Cristo”.

¡Qué hermoso es poder ser útil para los propósitos de Dios!

Nada es más hermoso que tener el privilegio de ser usados por Dios para ganar almas para Cristo.

Hermanos, ¿saben qué es lo más lindo para los creyentes?

No es sólo saber que fuimos salvados en el Nombre de Jesucristo, no es sólo saber que ahora estamos en su reino celestial, que fuimos quitados, arrancados de las tinieblas, de la oscuridad y del reino del diablo y del dominio del pecado, sino saber que ahora formamos parte de su cuerpo, el cual es la Iglesia.

La iglesia es la comunidad entera de creyentes verdaderos, son todos los cristianos que lo son de corazón, sin hipocresía. La Iglesia está formada por todos aquellos que han nacido de nuevo por el poder del Espíritu de Cristo. ¡La Iglesia está compuesta por muchísimos hermanos de Fe en Cristo, de todas las razas, de todas las lenguas y de los más diversos y recónditos lugares de la tierra!

Es más: ¡Ya no hay razas, lenguas o clases sociales, todos son Uno en Cristo Jesús!

Y lo más  hermoso de la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo, es que cada creyente ocupa en este cuerpo, su propio lugar. ¡Nunca lo olviden hermanos míos!

Todos los cristianos tienen su propio lugar en el Cuerpo de Jesucristo, que es la Iglesia, y cada uno de ellos tiene su propia cuota de talento y dones que ha recibido de parte de la Cabeza de esta maravillosa Iglesia, que es Jesucristo, y debe usar esos talentos y dones para la edificación de ese majestuoso Cuerpo del cual forma parte.

Todos los creyentes tienen el privilegio de ser Reyes y Sacerdotes para Dios en Cristo Jesús (Apocalipsis 1:6) (1 Pedro 2:9).

Antes, los sacerdotes eran los únicos a los que se les permitía oficiar en los servicios religiosos e interceder en oración por el pueblo.

Jesucristo nos concedió el privilegio de orar e interceder unos por otros, a través de su Santo Espíritu que vive en nosotros.

Ya no hay Templos, ni sacerdotes: “Todos los creyentes son Templos Vivos, en los cuáles habita Cristo en Espíritu. Todos los creyentes son Sacerdotes de Dios y le sirven en Espíritu y Verdad”.

Esta es una maravillosa realidad espiritual que Jesucristo le concedió a su Iglesia. Todos los cristianos deben hacerse eco de estas realidades espirituales.

Una verdadera comprensión de estos asuntos llevará consigo un deseo más profundo de conocer mejor a Cristo.

Y cuando conozcamos mejor a Jesucristo, su Espíritu nos enseñará la verdadera vocación de la Iglesia aquí en la tierra: “Ganar a otros para Cristo”.

No llego a comprender del todo a las personas que concurren a las ‘iglesias’ y ‘no hacen nada’ por ayudar a otros a que conozcan a Jesucristo, su Evangelio, la Buena Noticia de salvación para todos los hombres.

¿Es la voluntad de Cristo que sólo ustedes entren en el Reino de Dios?

¿Por qué ‘dan vuelta la cara’ a sus ‘vecinos’ que aún no conocen a Cristo?

¿Imagínense si esa fuera la actitud de la Iglesia primitiva?

¡El cristianismo hubiera desaparecido hace siglos!

Pero ese no fue nunca el Espíritu del Cristianismo Verdadero.

El ‘cristiano verdadero’ busca ganar a otros para el Reino de los Cielos.

El cristiano verdadero está preocupado por la salud espiritual, no solo la suya, sino la de la Iglesia, más también en atraer a Cristo a sus familiares, a sus vecinos, a sus amigos, a todos los que aún no conocen el evangelio y viven endurecidos en sus pecados y bajo el gobierno de Satanás.

Hermanos: todos los creyentes tienen una función dentro de la iglesia.

Busquen conocer más a Dios a través de su Hijo Jesucristo, y entonces ustedes conocerán y entenderán, que Dios tiene un camino y un propósito para cada uno de los que forman su Iglesia, su Pueblo Santo.

Y se darán cuenta, si es la voluntad del Señor, que no hay Privilegio más Grande, que ‘ser usados por Dios’, a través de la obediencia a Su Santísimo Espíritu, que el puso como Sello de Salvación sobre sus hijos.

Hermanos, no tengan ‘baja autoestima’ en cuanto a su Posición en Cristo. Recuerden: “ Ustedes están en Cristo, Cristo vive en ustedes, y ustedes tienen todo lo bueno y perfecto de Dios para ayudar y ayudarse a sí mismos”.

El mismo Espíritu Santo que vive en el obispo o pastor de su iglesia, es el mismo Espíritu Santo que vive en cada uno de ustedes.

No tengan ‘temor’ de Dios, me refiero a “tenerle miedo a Dios”, mejor busquen aproximarse cada día más a Dios y conocerlo: su Gran Amor por ustedes, su Gran Paciencia, su Gran Bondad, el Gran Valor que Todas las Almas tienen para Él, pues Dios quiere todos se salven (1 Timoteo 2:4).

Trabajen para Cristo, trabajen para Dios Padre, sean obedientes al Espíritu Santo que vive en ustedes.

Y de esa manera estarán viviendo en el camino verdadero y agradable a Dios.

Nada puede superar el maravilloso sentimiento de serle útiles a Dios, sirviendo a Su Hijo Jesucristo, a nuestros hermanos, la Iglesia, y dando a conocer el mensaje de Salvación, que es el Santo Evangelio de Cristo, la Buena Noticia de que Dios perdona y recibe a todos aquellos hombres que se arrepienten de sus pecados y se pasan del dominio del diablo y del pecado, al dominio de Cristo y de la justicia. AMÉN.

Fernando Acuña.

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¿Es mi ‘obediencia’ la que me salva, o serán el amor y la gracia inmerecidas en Cristo Jesús?

“Supongamos que alguien peca al desobedecer uno de los mandatos del Señor. Aunque ‘no esté consciente de lo que hizo’, es culpable y será castigado por su pecado”. (Levítico 5:17)

Que hermosa manera de empezar destrozando contra el suelo la ‘justicia propia’ de muchos que andan por ahí pensando que llevan una vida ‘sin mancha’, sin ‘rastro de pecado’, ‘absolutamente puros’…

¡Ay, qué equivocados que están!

Muchos creen que ‘gracias a su obediencia’ salvarán sus almas de la justa condenación eterna en el Gran Día del Juicio de Dios.

Muchos piensan que son ‘absolutamente agradables y aceptos’ a Dios por ‘su comportamiento’… se atreven incluso a despreciar al débil, lo juzgan como ‘contumaz pecador’, ‘irreformable’…

¡Necios! No saben lo que dicen ni mucho menos lo que hacen.

Amontonan para sí mismos brasas ardientes para el día de su juicio. Cuando el Gran Juez de todos los hombres ponga al descubierto todos sus pecados: sus pecados ocultos, sus malos pensamientos, sus malos sentimientos hacia otras personas, su desprecio por los débiles y atribulados, su oculta soberbia y jactancia propias, porque siguen ‘rituales y mandamientos de hombres’…

Lean muy bien el primer párrafo de este escrito.

Díganme ahora que aún se atreven, con blasfema audacia, a decir que ustedes están libres de todo pecado.

Algunos dirán que gracias a la ayuda del Espíritu Santo que vive en los creyentes, es posible vivir en ‘absoluta santidad’, y se atreven a decir: ¡El pecado ha quedado atrás en nuestras vidas!

Reconozco, primeramente, que es gracias al Santísimo Espíritu de Cristo, que vive en nosotros, que somos aceptados por Dios, y que ‘Dios obra y trabaja en nosotros diariamente’, ‘con miras a la santificación’ de todo su pueblo. Reconozco que ahora, gracias al Santísimo Espíritu de Dios, nosotros ‘pensamos y actuamos diferente’ a como ‘pensábamos y obrábamos’ cuando vivíamos lejos de Cristo. Reconozco que ahora, gracias a la influencia del Espíritu Santo, diariamente nuestra mente, nuestras costumbres y nuestros hábitos, son cambiados para que nuestro carácter exterior e interior, reflejen la persona de nuestro Señor Jesucristo.

Todo esto es cierto, y si no lo reconociera, yo no sería cristiano o estaría viviendo en falsa doctrina…

El Espíritu Santo ‘nos capacita’ para vivir diariamente la vida que Dios ‘ya tenía planificada’ para nosotros. Las ‘buenas obras’ que hacemos hoy, son un regalo de Dios en Cristo Jesús, y nosotros no hacemos más que recorrer el camino que ‘ya estaba planificado de antemano’ para cada hijo de Dios.

Pero hermanos, no olvidemos que la santificación es un PROCESO. Es más, es el Espíritu Santo el que continuamente ‘nos amonesta’ por lo que decimos o hacemos. Y lo hace para que nos demos cuenta de que aún nos faltan muchas cosas por cambiar en nosotros y otras tantas por mejorar y quitar de nuestras vidas… ¿Y eso que significa?

¡Que aún pecamos y fallamos diariamente!

Deben entender que aquellos que les digan a ustedes que han ‘desterrado el pecado de sus vidas’, ¡esos mismos morirán en sus pecados!

Son como aquél fariseo, en el evangelio Lucas 18:11:

“Te agradezco, Dios, que no soy como otros: tramposos, pecadores, adúlteros. ¡Para nada soy como ese cobrador de impuestos! Ayuno dos veces a la semana y te doy el diezmo de mis ingresos”.

Estas personas que aman y alaban su propia justicia, no se conocen a sí mismos, ni entienden lo que implica la justicia de Dios.

¿Acaso saben la cantidad de pecados que cometen diariamente, sin que siquiera se den cuenta de ellos? ¿Y piensan que su ‘obediencia’ será suficiente para salvarlos de la ira?

¿Se atreven a desechar el amor y la gracia de Dios en Cristo Jesús?

Déjenme volver a preguntarles, ¿leyeron bien el primer párrafo de este escrito?

Allí se dice que «EL QUE COMETA CUALQUIER INFRACCIÓN CONTRA LOS MANDAMIENTOS DEL SEÑOR, SIN IMPORTAR SI ESTÁ CONSCIENTE O NO DE ELLO, PAGARÁ IGUAL POR SUS PECADOS». ¿Ustedes todavía se atreven a presentar sus buenas obras o su obediencia como garantías de salvación ante el Señor?

Somos aceptados en Jesucristo nada más. Nunca ‘hicimos nada’ que pueda cambiar nuestra situación, y por más que es muy cierto, y lo reconozco, el Espíritu Santo nos capacita día a día para poder  decir NO al pecado, todavía nos falta muchísimo camino por recorrer y no podemos presentarnos a Dios confiando en nuestra ‘obediencia’.

Hermanos, Dios nos ve a través de Jesucristo. La obra, el sacrificio y la vida de obediencia de Cristo, es lo que se nos atribuye por nuestra propia justicia. «Tenemos la justicia de ‘Otro’», ese “Otro», es el Señor Jesucristo, Él fue el Único que pudo cumplir cabalmente la Justa Ley de Dios.

¡NO SE ATREVAN A CONFIAR EN USTEDES MISMOS!

Depositen toda su esperanza solamente en Cristo. Pues de lo único que ustedes deben estar plenamente convencidos, es de su PROPIA IMPOTENCIA para salvarse a ustedes mismos.

Hermanos, nuestra Fe es un Regalo de Dios (Efesios 2:8), eso quiere decir que Hasta el DON DE CREER NOS FUE REGALADO. No podemos jactarnos de nada (Efesios 2:9).

Nuestra Fe es como un Grito desesperado a Dios, arrojados a los pies de Cristo, le decimos: “Sálvanos Señor Jesús, por tu gracia y tu bondad inmerecidas, pues nosotros nada podemos hacer por nosotros mismos”.

Hermanos busquen entender la palabra de Dios. Si alguno no la entiende, pida a Dios Sabiduría, y Él dará a todos Gustosamente sin Negarles nada (Santiago1:5).

Que Dios los bendiga diariamente, enseñándoles la sana doctrina que nutre sus mentes y espíritus. Amén.

Fernando Acuña.

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“Yo he rogado por ti, para que tu fe no falle…”

Evangelio de Lucas, capítulo 22: Jesucristo se apresta a comer su última pascua con los discípulos. Es un momento especial para Nuestro Señor, pues sabe que pronto será traicionado y entregado a los pecadores para que lo maltraten y lo crucifiquen como a un criminal.

Ha llegado el momento de ‘confirmar el pacto eterno’ de Dios con los hombres, a través de la Sangre Preciosa de su Amado Hijo, y Cristo tiene grandes anuncios que hacerles a los discípulos que han estado con Él durante todo su ministerio público.

La ‘confirmación del pacto’ queda descrita en la última cena, cuando tomando el cáliz y el pan, repartiéndolo entre los discípulos, Jesucristo anuncia que su Cuerpo y su Sangre serán entregados como ‘ofrenda santa’ a Dios, como expiación por los pecados de todos los hombres.

Es el momento previo a su arresto, un pequeño ‘oasis’ de paz con su grupo íntimo, previo a los horrores y sufrimientos que le aguardan cuando caiga en manos de pecadores y asesinos…

En este capítulo vemos que Cristo sabe todo lo que va a suceder, y no sólo lo sabe a grandes rasgos, sino que conoce hasta los detalles de todo lo que acontecerá: manda a Pedro y a Juan a preparar la habitación dónde pasará sus últimos momentos con los discípulos; sabe dónde será y cómo se dispondrá todo para ese momento (Lucas 22:7-13); conoce al que lo traicionará y entregará a los sacerdotes del templo (Lucas 22:21); sabe que Pedro, por más que Pedro insista en su ‘lealtad hasta la muerte’, lo negará tres veces antes de que cante el gallo (Lucas 22:34); Nuestro Señor sabe que su momento ha llegado y se encuentra angustiado hasta la muerte, ora a Dios Padre fervorosamente y de su frente brotan gotas de sudor en forma de sangre (Lucas 22:39-44).

El momento ha llegado para Jesús y Él, más que nadie, sabe todo el peso que está llevado sobre sí mismo en ese momento: “Ha tomado gustosamente el lugar de la humanidad entera. La ira santa de Dios está prestes a caer sobre Él, pues Él ha tomado el lugar de los hombres, Él ha querido ponerse en su lugar y llevar sobre sí mismo el castigo justo y santo de Dios, como retribución por todos los pecados y maldades de los hombres”.

Todas las profecías bíblicas se encuentran y cumplen en este momento. El Mesías prometido en las escrituras desde antiguo, está a punto de ‘sellar la visión y la profecía’, con su sacrificio en la cruz esta a punto de ‘poner fin al pecado, la muerte y la iniquidad’.

Y por más que veamos a nuestro Señor rodeado de angustias y dolores, Él no ha dejado de orar también por los suyos.

Es un consuelo hermoso saber que Cristo conoce ‘cada detalle’ de lo que va suceder. Es un consuelo divino saber que a pesar de todo lo que está prestes ha sufrir, ‘Él ora para que la Fe de los suyos no falle’.

En este caso fue Pedro. El cometió la imprudencia de confiar en su propio corazón… (Lucas 22:33). Satanás, el enemigo de nuestras almas, ‘pidió permiso’ para ‘zarandearlos como a trigo’. Esto significaba un gran quebranto para el orgullo de Pedro. Su ‘amargo llanto’, luego de recordar las palabras de Jesús, demuestran la desolación de su alma (Lucas 22:62).

Más allí, aún sufriendo por las propias penas y dolores que tendría que llevar y soportar, vemos a Nuestro amado Salvador ‘orando para que la Fe de Pedro no fallara’ (Lucas 22:32).

Y Pedro, luego de su quebranto, fue restaurado y volvió más fuerte, más humilde y más dispuesto que nunca, no sólo a predicar el santo Evangelio, sino ahora, ya fortalecido por Cristo, ahora sí, dispuesto a entregar su propia vida por el Señor.

Hermanos: es de un consuelo enorme, indescriptible, saber que Jesucristo cuida de nosotros, de cada detalle de nuestras vidas, y más aún saber, que si, en su tormento y angustia oró, no sólo por Él mismo, sino también por los suyos,  más lo hará ahora que, Sentado a la Diestra de Dios Todopoderoso, intercede por nosotros continuamente (Romanos 8:34. Hebreos 7:25).

¡Tengan confianza y Fe en Dios!

El Señor nuestro Dios, ruega continuamente por nosotros, en la Santa Presencia del Padre, para que nuestra Fe no falle. AMÉN.

Fernando Acuña.

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¡Dónde está el Espíritu de Cristo también hay libertad!

El título de este breve artículo refleja la verdad, tal vez la verdad ‘más grande’ que pueda demostrar un hombre que diga que pertenece a Cristo, que fue salvado por Jesús, que desde que conoció a Nuestro Señor Jesucristo y forma parte de su pueblo santo, ha nacido de nuevo. Esa ‘verdad’, esa ‘prueba’, ese ‘símbolo’ de pertenencia a Nuestro Señor, ese ‘Sello’, se llama ¡Libertad!

Todas las demás palabras, gestos, religiosidad, rituales o costumbres heredados por los hombres, son meros formalismos, si allí, en ese corazón, no se hallan una Fe sincera en Nuestro Señor Jesucristo y la libertad que caracteriza a todos sus escogidos.

Repito: “lo único que puede demostrar externamente que pertenecemos a Cristo y formamos parte de su pueblo, son la Fe y la Libertad con las que son Sellados para salvación eterna y victoria sobre el mundo y el pecado, todos los escogidos de Dios”.

Es cierto que algunos dirán: “la palabra dice que ‘somos sellados por el Espíritu Santo’”. Es cierto, pero la ‘prueba externa’ de que el Espíritu de Cristo vive en nosotros son la Fe y la libertad con la que conducen sus vidas los hijos de Dios.

No hay otra manera de discernir e identificar en el ‘mundo’ a los hijos de Dios. Así como el árbol se conoce por sus frutos, son conocidos por el mundo, y a su vez, ‘odiados por el mundo’, todos los que son guiados en Fe y libertad por el Espíritu de Cristo.

Por eso la religiosidad externa, los rituales y genuflexiones de los hombres, dicen muy poco acerca de si pertenecen o no al pueblo de Dios. Muchas veces lo único que practican estas personas es meramente una religiosidad exterior. No hay nada sincero ni verdadero en ellos… todo está hecho para agradarse a sí mismos y aparentar algo que en verdad no son…

Hermanos, para entender claramente este asunto, debemos comprender qué es la Libertad. Qué entendemos nosotros cuando hablamos de ‘la libertad que Cristo compró para nosotros con su propia vida’.

Miren, me gustaría hablar más tranquilamente de esto en otro artículo, más quiero anticiparles que nosotros podemos comprender cabalmente el significado de la libertad, en la epístola de Pablo a los Romanos, en los capítulos 7 y 8, especialmente, el capítulo 8.

Allí está descrito el ‘conflicto’ del hombre que ‘desea de todo corazón’ obedecer la ley de Dios, más que se encuentra imposibilitado por la ‘debilidad’ de su carne, y muy especialmente, porque ‘no tiene el Espíritu de Cristo’ en él.

Hermanos, durante muchos años viví pensando que Pablo hablaba de sí mismo en ese capítulo 7 de Romanos, o sea, de sus experiencias, de su lucha contra el pecado, pensaba que Pablo  decía todas aquellas cosas siendo un hombre ‘convertido al cristianismo hacía ya bastantes años’…

¡Qué equivocado estaba!

Ya tendré oportunidad, si Dios me lo permite, de hablar sobre esto más tendidamente en otro post.

Lo que les quiero decir hoy, es que en los capítulos 7 y 8 de Romanos se nos describe el feroz conflicto contra el pecado, y también se nos dice que la victoria sobre él, sólo es posible por medio del Espíritu de Cristo. El capítulo 8 de Romanos es una hermosa descripción de la victoria sobre el pecado a través del Espíritu de Cristo.

Hermano: pretender cumplir los mandamientos del Señor, o mejor aún, pretender seguir a Cristo y vivir una vida de santidad y obediencia al Señor, sin la ayuda de su Espíritu Santo, es algo que solo puede conducirte a la frustración y desesperación más completa.

Si alguien dice ser ‘cristiano’, sabremos identificar en su vida externa, los frutos del Espíritu Santo de Nuestro Señor Jesucristo. Pues allí, dónde quiera que alguno se haga llamar ‘cristiano de corazón’, debe haber, además de Fe, también Libertad.

Queridos hermanos, los que caminamos con Cristo hemos aprendido que sólo podemos vivir una vida de sumisión y obediencia, a través del Espíritu Santo.

Esta es la Libertad que el Espíritu Santo nos trae. ¡El regalo de Cristo no es sólo la salvación de nuestras almas, es también la victoria sobre el pecado!

Les pido encarecidamente que no se dejen engañar porque muchos dicen: “somos pecadores regenerados, salvados sí, más ‘por la debilidad de nuestra carne’ y  porque ‘aún el pecado está dentro de nosotros’, lucharemos contra nosotros mismos y tropezaremos porque ‘somos vendidos al pecado’, y ‘con la mente servimos a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado’…

Hermanos, «muchos tuercen las escrituras para su propia perdición», los que dicen estas cosas desprecian la santidad y la palabra de Dios, no lo conocen y tampoco han entendido su palabra y su voluntad para todos sus hijos.

Al decirles a ustedes que el hombre, después de haber conocido a Jesucristo y su Evangelio, después de haberse ‘convertido de corazón’ a las enseñanzas que la doctrina de Cristo enseña, si el tal hombre afirma que ‘aún vivimos en pecado’ porqué ‘somos sólo hombres’, ‘fuimos vendidos al pecado’ y porque ‘nuestra carne es débil’, la persona que predica esto profesa un evangelio y una doctrina falsas…

¡Este sentir NO es el de Pablo al describir su experiencia contra el pecado en su epístola a los Romanos!

Todo el capitulo 7 de Romanos versa sobre la ‘imposibilidad’ de una persona de Obedecer la Ley de Dios, SIN LA AYUDA DEL ESPÍRITU SANTO. Todo el capítulo demuestra que la Ley es ‘espiritual’, sus mandamientos son ‘santos y buenos’, mas nosotros no podemos cumplirlos sin antes ‘convertirnos’ de corazón a Jesucristo.

Y eso era EVIDENTE para el Apóstol, pues nos describe que ‘luchaba en vano’ contra la fuerza de su ‘naturaleza caída’, y que la ley no le había traído más provecho que el darle aún ‘más poder’ a sus inclinaciones pecaminosas…

Pero esto es tema para otro estudio más tranquilo y detallado.

Yo en este artículo deseo advertirles contra aquellos que están ‘torciendo’ la palabra de Dios y mal interpretando las palabras del Apóstol Pablo. Hermanos, no se dejen arrastrar por los que predican tales enseñanzas, pues estos no conocen a Dios.

Dios quiere un pueblo santo, y por eso el Señor nos envió su Espíritu Santo, para que a través de su Espíritu y su Poder que operan en nosotros, ‘hagamos morir las obras de la carne’. “Porque si ustedes viven conforme a la carne, habrán de morir; pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne, vivirán” (Romanos 8:13).

¿Qué son las obras de la carne? ¡Todo lo malo que éramos antes de conocer a nuestro Señor Jesucristo!

¿Acaso les digo que vamos a vivir absolutamente sin pecar y sin equivocarnos? ¿Le diremos a Dios: ¡No tenemos pecado!?

¡Jamás suceda eso! ¡Somos pecadores y todos los días  fallamos y faltamos en muchas cosas!

Pero hay algo diferente en nosotros: “Ya no vivimos como antiguamente. El pecado ya no tiene dominio sobre nosotros. Podemos decirle NO al pecado”.

Gracias al Sacrificio de Jesucristo, y su Triunfo en la Cruz, hemos recibido por gracia, no sólo la salvación de nuestras almas, por Fe en su Nombre, sino también el Poder para vencer diariamente el pecado y lo ‘terrenal’ en nosotros.

¡En Cristo tenemos la victoria completa!

Por eso les vuelvo a repetir: ¡No se dejen engañar ni esclavizar!

¡Ustedes ya son libres del pecado! ¡Ustedes pueden y deben decir NO al pecado!

Ahora, gracias a Cristo, tenemos la opción de decir ¡NO! Antes no podíamos hacer otra cosa que pecar, obedeciendo a nuestras bajas pasiones, pues éramos esclavos de todos los vicios. ¿Entienden las quejas de Pablo ahora? ¿Comprenden el desgarrador grito: ¡Miserable de mí, quién me librará de este cuerpo de muerte!? Este es el grito de un hombre que no conocía a Jesucristo, y no contaba con el poder del Espíritu Santo.

Más la respuesta es ya un grito de Júbilo: ¡Gracias a Dios, por medio de Cristo Jesús!

Porqué al conocer a Jesucristo, y ser salvados por Él, fuimos liberados del poder del pecado. El Espíritu de Jesús nos dió el poder para luchar efectivamente contra el dominio del pecado en nosotros y la libertad se hizo presente en nustras vidas.

Fallaremos sí, pero cada vez que nos equivoquemos, regresaremos a los Pies de Cristo, y allí le pediremos a Nuestro Gran Sumo Sacerdote, a Nuestro Abogado en los cielos, que nos redima y limpie de toda maldad.

Ningún hijo de Dios consentirá vivir en pecado. Los hijos de Dios se equivocan y fallan muchas veces, más el Bendito Espíritu de Cristo los dirige nuevamente a la única senda agradable a Dios, la senda de la santidad. La Santificación es un proceso, un camino, que comienza cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Salvador y que culminará con el final de nuestras vidas, pues ‘Dios trabaja’ en nosotros y su Espíritu nos ‘anhela’ ardientemente.

Y en este largo proceso de caminar con Nuestro Señor Jesucristo, diariamente seremos ‘Transformados’, seremos diariamente ‘Santificados’, hasta Parecernos en todo a nuestro Señor y Salvador.

¡Sin Santidad nadie verá al Señor! dice la palabra…

Hermanos, la Libertad, la Fe y una vida Santa, son señales únicas y exclusivas de los hijos de Dios. Los hijos de Dios han sido Salvados en el Nombre de Jesucristo, y han sido ‘Libertados de la esclavitud del pecado’ en ese mismo Nombre, a través de su Santo Espíritu que vive en cada creyente verdadero.

Que Dios los bendiga y los llene de su Espíritu Santo y de conocimiento verdadero, a través de su palabra. AMÉN.

Fernando Acuña.

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