“El largo camino de negarse a uno mismo”.

Qué poco conocemos la religión cristiana, y qué poco de ‘cristianos verdaderos’ tenemos en nosotros, si pensamos que heredaremos el reino de los cielos sin que haya un cambio verdadero en nosotros, en nuestras vidas, mentes y espíritus… ¡El que no naciere de nuevo no puede entrar en el reino de Dios! ¡Sin santidad nadie verá al Señor!

Esta reflexión va mucho más allá de un simple momento de meditación hermanos, el asunto es mucho más profundo, llega hasta el hueso, va directo a la médula.

Las palabras de Cristo llegan tan profundo en nuestros corazones que nos dejan perplejos: “Si alguno quiere ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. (Mateo 16:24)

Estas palabras nos enfrentan a nosotros mismos: todo lo que somos, todos nuestros deseos, proyectos y pensamientos, en suma, toda nuestra vida misma. Nuestro ‘Yo’ debe hacerse a un lado, debe ser exterminado, negado, aborrecido, para dejar lugar a la vida del Señor en nuestros corazones.

¡Qué difícil es entender esto, y más aún, qué difícil aceptarlo! ¡Estamos tan ‘enteros’, tan llenos de ‘nosotros mismos’!

A nuestra humana naturaleza todo le pesa… ¡Somos débiles!

Ya vendrán los que me digan que aquí no hay nada “difícil”, ya vendrán los que se pavonean de ser “incondicionales” seguidores de Jesús… Yo creo que éstos que desprecian a los más débiles son los que tienen su ‘Yo’ más entero… Se creen tan fuertes en su pretendida abnegación y no ven que día a día, en su desdén por los más  débiles, solo aumentan su propia gloria y vanidad…

¡Fuerza es reconocer nuestra propia debilidad! No para vivir en ella, sino para entender las luchas de otros hermanos y entendernos más a nosotros mismos. No para ‘justificarnos’ a nosotros mismos cuando pecamos, no para ‘excusarnos’ a nosotros mismos cuando caemos, sino para tener presente en nuestros corazones la humanidad, la humildad, la misericordia y la compasión necesarias para ayudarnos unos a otros, para extendernos la mano unos a otros.  

Muchos andan pensando que ser cristiano es aceptar a Jesucristo nada más y ¡pronto!

De la noche a la mañana amanecieron santos y puros, sin mancha, perfectos… Ya no serán más puestos a prueba, ya no pecarán jamás…

¡Ay, qué equivocados que están!

Muchos andan pensando que ya son “santos” sólo con decir ¡Creo!

Muchos piensan que porque han dejado de hacer esto o lo otro ya son ‘santos inmaculados’ y se pavonean frente a otros hermanos y hacen gala de su pretendida santidad y abnegación, y desprecian la lucha y la guerra de muchos hermanos que batallan duramente contra sí mismos, contra el diablo y contra el mundo…

Siguen sin entender, los que así se comportan, que la verdadera fe cristiana se ve en la ‘lucha diaria y constante’ en contra de uno mismo. ¡Especialmente en contra de la vanagloria propia! ¡La verdadera Fe es depender de Cristo para todo y todas las cosas!

La verdadera Fe cristiana se manifiesta diariamente en la ‘mano tendida’ a todo el que la necesite, en el ombro con ombro, en el oído amigo que escucha, en el corazón misericordioso que no juzga, en el ánimo paciente que siempre está prestes a ayudar y cooperar en lo que sea, sin mirar el perjuicio propio, la hora el día o el lugar…

¡Negarse a uno mismo es cargar diariamente la propia cruz y seguir a Jesucristo fielmente con humildad y un corazón sincero!

Hermanos, ya lo dije y lo repito: La santidad es un PROCESO. Es un PROCESO en el que Negarse a uno mismo, Tomar nuestra cruz diariamente y seguir al Señor Jesucristo, es la parte fundamental de ese PROCESO.

Pues cuando nos negamos y nos aborrecemos a nosotros mismos, estamos haciendo morir nuestro ‘Yo’, para que la vida de Cristo se manifieste en nosotros.

Nuestro ‘Yo’ es nuestra vida, más claro aún, nuestro Yo es todo aquello que queremos ser, es todo aquello que pensamos ser, es todo aquello que deseamos para nosotros mismos, es en suma nuestra propia voluntad.

El Señor nos pide que dejemos de lado nuestra propia voluntad, nuestras propias obras, nuestros propios pensamientos, nuestros propios caminos y acatemos de corazón Su voluntad, Sus obras, Sus pensamientos, Sus caminos…

Tal cuál lo dijo el Apóstol Pablo hermanos: “Ya no vivo ‘Yo’, sino que Cristo vive en mí”.

Fíjense hermanos qué hermoso es este pasaje de Gálatas 2:20, en la biblia ‘Nueva Traducción Viviente’: “Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí”.

Fíjense que dice: “Mi antiguo Yo ha sido crucificado con Cristo…”, es en pocas palabras lo que venimos tratando hace un rato.

Es una ‘renuncia’ completa, total, a nuestra voluntad, es un volverse completamente a Dios, es dar la espalda absolutamente a todo lo nuestro, a todo aquello que sea nuestra propia voluntad…

¡Oh, quién puede aceptar estas palabras!

Nuestros corazones desmayan ante tal exigencia: “Si alguno quiere ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”.

¡Pero qué difícil es! ¡Déjenme decirles que si ustedes no sienten angustia y dolor ante el costo de cargar su propia cruz, de verdad no están avanzando!

A Dios no lo podemos engañar… ¡Seguir a Jesucristo tiene un costo! Él mismo nos lo aviso: Lucas 14:28-32

¡Ese costo es la negación diaria de nuestra voluntad! Ese costo es la carga diaria de todo aquello que deseamos hacer por naturaleza, más que se opone a la voluntad de Dios para nosotros. Negarme a obedecer mis propios gustos, combatir el ‘pecado que mora en mí’, eso significa cargar ‘mi cruz’ diariamente. ¡Y cada uno de ustedes conoce su propia cruz! ¡Cárguenla! ¡Es Cristo el que nos demanda esta tarea!

Y mi oración es: «Más no sin tu ayuda, oh Dios mío, no me abandones».

Hermanos, nosotros por naturaleza estamos muertos en delitos y pecados. Somos animales salvajes de dura cerviz… Si la Gracia inmerecida de Nuestro Señor Jesucristo no transforma diariamente nuestros corazones, si su Espíritu Santo no obra un cambio radical en nuestras vidas, nosotros No podemos renunciar a nosotros mismos.

Y lo más importante, lo que más deseo que se entienda y guarden en sus corazones: Negarnos a nosotros mismos y Cargar con nuestra propia Cruz, es algo que debemos hacer Toda Nuestra Vida.

Pero cuán ‘largo y arduo’ es el camino de la negación de uno mismo. Y cada uno de los creyentes debe recorrer su propio camino de renuncia personal. Cada uno sabe de sus propios y fieros combates personales, cada uno conoce las cicatrices que le han dejado las largas y sostenidas batallas que ha librado contra sus pecados…

No desprecien en sus corazones las luchas de otros hermanos que también están cargando con su propia Cruz. Ustedes deben ayudarse mutuamente y extender sus manos a todos, con paciencia y mansedumbre. Esto es amar al prójimo de todo corazón.

Recuerden que somos salvos por la Gracia inmerecida de Nuestro Señor Jesucristo, y no por lo que hacemos. Aunque el Señor conoce nuestros corazones y la intención de nuestros actos, Él nos salva porque así lo decide.

Por lo tanto, el que piensa que su ‘desdén y renuncia’ a este mundo y a sí mismo, son ‘merecedoras de la vida eterna’, le pido de corazón que revise muy bien sobre qué Fundamento está parado. ¡Seguramente no es Cristo el que lo sostiene! Pues una Fe de esta clase No está anclada en Jesucristo, sino sobre sí misma, sobre obras humanas, y no sobre la Cruz de Jesús. ¡Nada merecemos! ¡Somos salvos por la Gracia de Dios!

Hermanos, nunca lo olviden. Una cosa no invalida la otra: somos responsables de nuestros propios actos y deberemos responder por ellos en el Santo Tribunal de Dios.

Más nos vale apegarnos y refugiarnos en las muchas misericordias de Dios y, junto con Cristo y la ayuda de su Santo Espíritu, renunciar a nuestra propia vida, para encontrar en la vida de Jesús, la verdadera vida, y entender la voluntad de Dios para cada uno de nosotros. AMÉN.

Fernando Acuña.

Avatar de Desconocido

About Fernando Acuña

Deseo compartir esta Información con el mayor número posible de personas. No persigo ninguna finalidad lucrativa ni sectaria... Mi único interés, es dar a conocer esta gran revelación. Que Dios los bendiga a todos ustedes que visitan esta página.
Esta entrada fue publicada en el testimonio del espíritu santo, Espiritual, General, la mente de cristo, Polémica, Reflexiones, Reflexiones Espirituales, Religión, Teología, Vicios y Pasiones y etiquetada , , , , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario