¡Dónde está el Espíritu de Cristo también hay libertad!

El título de este breve artículo refleja la verdad, tal vez la verdad ‘más grande’ que pueda demostrar un hombre que diga que pertenece a Cristo, que fue salvado por Jesús, que desde que conoció a Nuestro Señor Jesucristo y forma parte de su pueblo santo, ha nacido de nuevo. Esa ‘verdad’, esa ‘prueba’, ese ‘símbolo’ de pertenencia a Nuestro Señor, ese ‘Sello’, se llama ¡Libertad!

Todas las demás palabras, gestos, religiosidad, rituales o costumbres heredados por los hombres, son meros formalismos, si allí, en ese corazón, no se hallan una Fe sincera en Nuestro Señor Jesucristo y la libertad que caracteriza a todos sus escogidos.

Repito: “lo único que puede demostrar externamente que pertenecemos a Cristo y formamos parte de su pueblo, son la Fe y la Libertad con las que son Sellados para salvación eterna y victoria sobre el mundo y el pecado, todos los escogidos de Dios”.

Es cierto que algunos dirán: “la palabra dice que ‘somos sellados por el Espíritu Santo’”. Es cierto, pero la ‘prueba externa’ de que el Espíritu de Cristo vive en nosotros son la Fe y la libertad con la que conducen sus vidas los hijos de Dios.

No hay otra manera de discernir e identificar en el ‘mundo’ a los hijos de Dios. Así como el árbol se conoce por sus frutos, son conocidos por el mundo, y a su vez, ‘odiados por el mundo’, todos los que son guiados en Fe y libertad por el Espíritu de Cristo.

Por eso la religiosidad externa, los rituales y genuflexiones de los hombres, dicen muy poco acerca de si pertenecen o no al pueblo de Dios. Muchas veces lo único que practican estas personas es meramente una religiosidad exterior. No hay nada sincero ni verdadero en ellos… todo está hecho para agradarse a sí mismos y aparentar algo que en verdad no son…

Hermanos, para entender claramente este asunto, debemos comprender qué es la Libertad. Qué entendemos nosotros cuando hablamos de ‘la libertad que Cristo compró para nosotros con su propia vida’.

Miren, me gustaría hablar más tranquilamente de esto en otro artículo, más quiero anticiparles que nosotros podemos comprender cabalmente el significado de la libertad, en la epístola de Pablo a los Romanos, en los capítulos 7 y 8, especialmente, el capítulo 8.

Allí está descrito el ‘conflicto’ del hombre que ‘desea de todo corazón’ obedecer la ley de Dios, más que se encuentra imposibilitado por la ‘debilidad’ de su carne, y muy especialmente, porque ‘no tiene el Espíritu de Cristo’ en él.

Hermanos, durante muchos años viví pensando que Pablo hablaba de sí mismo en ese capítulo 7 de Romanos, o sea, de sus experiencias, de su lucha contra el pecado, pensaba que Pablo  decía todas aquellas cosas siendo un hombre ‘convertido al cristianismo hacía ya bastantes años’…

¡Qué equivocado estaba!

Ya tendré oportunidad, si Dios me lo permite, de hablar sobre esto más tendidamente en otro post.

Lo que les quiero decir hoy, es que en los capítulos 7 y 8 de Romanos se nos describe el feroz conflicto contra el pecado, y también se nos dice que la victoria sobre él, sólo es posible por medio del Espíritu de Cristo. El capítulo 8 de Romanos es una hermosa descripción de la victoria sobre el pecado a través del Espíritu de Cristo.

Hermano: pretender cumplir los mandamientos del Señor, o mejor aún, pretender seguir a Cristo y vivir una vida de santidad y obediencia al Señor, sin la ayuda de su Espíritu Santo, es algo que solo puede conducirte a la frustración y desesperación más completa.

Si alguien dice ser ‘cristiano’, sabremos identificar en su vida externa, los frutos del Espíritu Santo de Nuestro Señor Jesucristo. Pues allí, dónde quiera que alguno se haga llamar ‘cristiano de corazón’, debe haber, además de Fe, también Libertad.

Queridos hermanos, los que caminamos con Cristo hemos aprendido que sólo podemos vivir una vida de sumisión y obediencia, a través del Espíritu Santo.

Esta es la Libertad que el Espíritu Santo nos trae. ¡El regalo de Cristo no es sólo la salvación de nuestras almas, es también la victoria sobre el pecado!

Les pido encarecidamente que no se dejen engañar porque muchos dicen: “somos pecadores regenerados, salvados sí, más ‘por la debilidad de nuestra carne’ y  porque ‘aún el pecado está dentro de nosotros’, lucharemos contra nosotros mismos y tropezaremos porque ‘somos vendidos al pecado’, y ‘con la mente servimos a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado’…

Hermanos, «muchos tuercen las escrituras para su propia perdición», los que dicen estas cosas desprecian la santidad y la palabra de Dios, no lo conocen y tampoco han entendido su palabra y su voluntad para todos sus hijos.

Al decirles a ustedes que el hombre, después de haber conocido a Jesucristo y su Evangelio, después de haberse ‘convertido de corazón’ a las enseñanzas que la doctrina de Cristo enseña, si el tal hombre afirma que ‘aún vivimos en pecado’ porqué ‘somos sólo hombres’, ‘fuimos vendidos al pecado’ y porque ‘nuestra carne es débil’, la persona que predica esto profesa un evangelio y una doctrina falsas…

¡Este sentir NO es el de Pablo al describir su experiencia contra el pecado en su epístola a los Romanos!

Todo el capitulo 7 de Romanos versa sobre la ‘imposibilidad’ de una persona de Obedecer la Ley de Dios, SIN LA AYUDA DEL ESPÍRITU SANTO. Todo el capítulo demuestra que la Ley es ‘espiritual’, sus mandamientos son ‘santos y buenos’, mas nosotros no podemos cumplirlos sin antes ‘convertirnos’ de corazón a Jesucristo.

Y eso era EVIDENTE para el Apóstol, pues nos describe que ‘luchaba en vano’ contra la fuerza de su ‘naturaleza caída’, y que la ley no le había traído más provecho que el darle aún ‘más poder’ a sus inclinaciones pecaminosas…

Pero esto es tema para otro estudio más tranquilo y detallado.

Yo en este artículo deseo advertirles contra aquellos que están ‘torciendo’ la palabra de Dios y mal interpretando las palabras del Apóstol Pablo. Hermanos, no se dejen arrastrar por los que predican tales enseñanzas, pues estos no conocen a Dios.

Dios quiere un pueblo santo, y por eso el Señor nos envió su Espíritu Santo, para que a través de su Espíritu y su Poder que operan en nosotros, ‘hagamos morir las obras de la carne’. “Porque si ustedes viven conforme a la carne, habrán de morir; pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne, vivirán” (Romanos 8:13).

¿Qué son las obras de la carne? ¡Todo lo malo que éramos antes de conocer a nuestro Señor Jesucristo!

¿Acaso les digo que vamos a vivir absolutamente sin pecar y sin equivocarnos? ¿Le diremos a Dios: ¡No tenemos pecado!?

¡Jamás suceda eso! ¡Somos pecadores y todos los días  fallamos y faltamos en muchas cosas!

Pero hay algo diferente en nosotros: “Ya no vivimos como antiguamente. El pecado ya no tiene dominio sobre nosotros. Podemos decirle NO al pecado”.

Gracias al Sacrificio de Jesucristo, y su Triunfo en la Cruz, hemos recibido por gracia, no sólo la salvación de nuestras almas, por Fe en su Nombre, sino también el Poder para vencer diariamente el pecado y lo ‘terrenal’ en nosotros.

¡En Cristo tenemos la victoria completa!

Por eso les vuelvo a repetir: ¡No se dejen engañar ni esclavizar!

¡Ustedes ya son libres del pecado! ¡Ustedes pueden y deben decir NO al pecado!

Ahora, gracias a Cristo, tenemos la opción de decir ¡NO! Antes no podíamos hacer otra cosa que pecar, obedeciendo a nuestras bajas pasiones, pues éramos esclavos de todos los vicios. ¿Entienden las quejas de Pablo ahora? ¿Comprenden el desgarrador grito: ¡Miserable de mí, quién me librará de este cuerpo de muerte!? Este es el grito de un hombre que no conocía a Jesucristo, y no contaba con el poder del Espíritu Santo.

Más la respuesta es ya un grito de Júbilo: ¡Gracias a Dios, por medio de Cristo Jesús!

Porqué al conocer a Jesucristo, y ser salvados por Él, fuimos liberados del poder del pecado. El Espíritu de Jesús nos dió el poder para luchar efectivamente contra el dominio del pecado en nosotros y la libertad se hizo presente en nustras vidas.

Fallaremos sí, pero cada vez que nos equivoquemos, regresaremos a los Pies de Cristo, y allí le pediremos a Nuestro Gran Sumo Sacerdote, a Nuestro Abogado en los cielos, que nos redima y limpie de toda maldad.

Ningún hijo de Dios consentirá vivir en pecado. Los hijos de Dios se equivocan y fallan muchas veces, más el Bendito Espíritu de Cristo los dirige nuevamente a la única senda agradable a Dios, la senda de la santidad. La Santificación es un proceso, un camino, que comienza cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Salvador y que culminará con el final de nuestras vidas, pues ‘Dios trabaja’ en nosotros y su Espíritu nos ‘anhela’ ardientemente.

Y en este largo proceso de caminar con Nuestro Señor Jesucristo, diariamente seremos ‘Transformados’, seremos diariamente ‘Santificados’, hasta Parecernos en todo a nuestro Señor y Salvador.

¡Sin Santidad nadie verá al Señor! dice la palabra…

Hermanos, la Libertad, la Fe y una vida Santa, son señales únicas y exclusivas de los hijos de Dios. Los hijos de Dios han sido Salvados en el Nombre de Jesucristo, y han sido ‘Libertados de la esclavitud del pecado’ en ese mismo Nombre, a través de su Santo Espíritu que vive en cada creyente verdadero.

Que Dios los bendiga y los llene de su Espíritu Santo y de conocimiento verdadero, a través de su palabra. AMÉN.

Fernando Acuña.

Avatar de Desconocido

About Fernando Acuña

Deseo compartir esta Información con el mayor número posible de personas. No persigo ninguna finalidad lucrativa ni sectaria... Mi único interés, es dar a conocer esta gran revelación. Que Dios los bendiga a todos ustedes que visitan esta página.
Esta entrada fue publicada en Debate, el testimonio del espíritu santo, Espiritual, General, la mente de cristo, Las maquinaciones de satanás, Polémica, Reflexiones, Reflexiones Espirituales, Religión, Teología, Vicios y Pasiones y etiquetada , , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario