Hermanos, ustedes me leen hace muchos años, saben que me gusta ir ‘directo al grano’, no ando con rodeos, presentaciones e introducciones.
Por eso, hoy quiero compartir con ustedes una reflexión acerca de una historia bíblica, tantas veces contada, pero pocas veces comparada con esas ‘Enormes Batallas’ que el cristiano tiene que enfrentar a diario.
Esos «GIGANTES ENEMIGOS ESPIRITUALES» que ‘acosan’ por todos lados la vida del creyente, y que son los causantes de que tantas veces el ‘cristiano verdadero’ prosiga su camino cabizbajo, ande por la vida siempre con ese aire de derrota, en vez de caminar triunfante y con un corazón alegre en Cristo.
Hermanos, antes de hablarles de las «enseñanzas espirituales» que nos deja esta historia de David y Goliat (aparte de otras batallas que quiero mencionar como ejemplos), ustedes pueden buscar en este blog las muchas entradas en las que hago referencia a los “combates espirituales” en los que el cristiano se ve envuelto, una vez aceptado el Evangelio de Jesucristo.
¿Por qué una vez aceptado el Evangelio de Jesús, comienzan muchos problemas en la vida de los nuevos creyentes, que «antes no se tenían ni se sentían»?
¡Porque el «enemigo» No quiere que progresemos en el camino de la santificación!
El ‘enemigo de nuestras almas’ (1 Pedro 5:8), anda como León rugiente buscando destruirnos, apartarnos de Dios, alejarnos de los mandamientos de nuestro Señor Jesucristo, mantenernos en un estado de permanente derrota espiritual, para tener de qué acusarnos ante nuestra conciencia (a causa de la ‘culpa por el pecado’), y así, en vez de vivir ‘gozosos’ por nuestra salvación, viviremos nuestra vida como ‘cristianos carnales’, tropezando una y otra vez con las ‘mismas piedras’, como aquellos que ‘nunca aprenden’, arrastrados siempre y por doquier, por el ‘viento cambiante’ de este mundo perverso.
Hermanos, no me mal interpreten, aquí nadie está diciendo que la ‘salvación es por obras…’ ¡No!
Pero recuerden que «el árbol se conoce por sus frutos».
Nadie puede ‘acercarse’ a Dios de verdad, ni ‘intimar’ con Jesucristo de verdad, ni mucho menos ‘compartir’ su Santísimo Espíritu, estando cargados de pecados, viviendo en pecado y con su conciencia y su corazón ‘rebosando’ de lujuria, vanidad, soberbia, envidia, habladuría, y toda clase de maldad.
¡De nada te sirve decir, ‘Yo pertenezco a Cristo’, ‘Yo soy libre en Cristo’, ‘Yo no soy siervo de nadie’, cuando en verdad eres esclavo de toda clase de maldad!
Hay que purificar el corazón de verdad hermanos. Pero «Yo» sé que no es fácil. «Yo» sé que caemos vencidos y que muchas veces el pecado nos golpea duramente. En este blog van a encontrar descritas muchas de mis luchas. Porque siempre me propuse compartir mis combates y mis experiencias en el camino de la Fe de manera sincera, sin tapujos, sin inventos… tal vez logren sentirse identificados con mis luchas y fortalezcan sus corazones para seguir combatiendo contra el pecado, y sepan que «somos más que vencedores en Cristo», que ‘nos sostiene día a día’.
El Señor, por su sola misericordia, nunca me ha abandonado; al contrario, «muchas veces» he sido yo el que se ha dejado llevar por las ‘distracciones y preocupaciones del mundo’… Pero “el Señor persevera en Mí”; “Jesucristo nos ama con un amor eterno” hermanos, y debemos ‘rendir’ nuestras vidas a sus pies.
Repito: aquí ‘nadie habla’ de ‘salvación por lo que hago’, o ‘mantengo mi salvación por mis buenas obras’. ¡No!
La salvación No puede ser ganada y mucho menos comprada. La salvación es por la ‘sola misericordia de Dios’, quién ‘entregó a su Único Hijo’ como rescate por nuestros pecados. ¡Y eso de su pura Gracia! ¡La salvación es un regalo de Dios! ¡Nadie la merece ni hizo por merecerla! ¡Dios nos salvó en Cristo porque Él quiso y así lo estableció desde antes de la fundación del mundo!
¡Qué maravillosas las obras de Dios movido solo por su amor infinito!
Hermanos, ustedes ya conocen de sobra la historia de David (1 Samuel 17), como derrotó al Gigante Goliat, contra el que Nadie se animaba a luchar. Como un adolescente se armó de coraje, por la Gracia de Dios y, fortalecido su espíritu en el Poder de Jehová, se ‘Enfrentó’ y ‘Ejecutó’ al enemigo más temible de los ejércitos Filisteos. Durante 40 días Goliat desafiaba con desdén a los ejércitos de Israel, y todos los hombres temían y temblaban de terror. Más un ‘Joven’, un ‘Muchacho’, «armado con el Poder de Dios», le dio muerte y le cortó la cabeza.
El combate de David con Goliat es una figura metafórica, prefigura todos los combates que los cristianos tendremos a lo largo de nuestros años en este mundo. «Todos los cristianos nos tenemos que enfrentar a nuestro propio Goliat». Así como David no se amilanó, nosotros debemos armarnos de coraje y confiar en el poder de Dios para triunfar día a día sobre nuestros enemigos.
No todos tenemos los mismos enemigos: Unos luchan contra la lujuria de la carne, otros contra la soberbia, otros contra la vanidad, otros contra el orgullo, otros contra la maledicencia, otros contra la avaricia, más algunos, tendrán que luchar contra todos estos… Y tal vez, más enemigos se levanten para combatirte, mas te digo, oh guerrero de Dios, elegido por Dios en Jesucristo para un propósito determinado: ¡Ármate de coraje y confía en tu Dios!
¡Jesucristo no abandona a sus hijos!
Reparen hermanos que David ‘Mató’ a Goliat con la piedra que incrustó en su cabeza luego de arrojarla con su honda. Sin embargo David, no se quedó parado a la distancia esperando para ver si Goliat iba a levantarse, o dejándolo mal herido, no fuera que de recuperarse pudiera luego proseguir la lucha… ¡No!
David fue hasta donde estaba tendido Goliat y colocándose sobre él «le cortó la cabeza».
Esto es importantísimo entenderlo hermanos. Si el combate de David «prefigura» las luchas de los cristianos, la «muerte» de Goliat, simboliza la “muerte del pecado” en nuestras vidas.
No podemos estar luchando contra el pecado y dejar la ‘puerta medio abierta’ al mal… Si vamos a ‘desterrar’ el pecado de nuestras vidas, debemos hacerlo para siempre.
A esto me refería yo más arriba cuando les decía que “No se puede intimar de verdad con Dios” estando ‘llenos de pecados’ y ‘viviendo en derrota permanente’. Que muchas veces ‘pecaremos’ y nos equivocaremos, eso sí va a pasar. Pero no nos encuentre Jesucristo «Pecando Voluntariamente». No nos sometamos más al ‘pecado voluntariamente’, pues el ya no tiene poder sobre nosotros (Romanos 6:14).
Hermanos: “No dejen vivo a Goliat en ustedes”. No ‘subestimen’ a su enemigo, no subestimen a Satanás… no busquen entrar en tentación ustedes mismos… ¡Cuídense! ¡Estén atentos, vigilantes!
Antes pidan a Dios que, a través de Jesucristo, el ‘cuerpo de pecado’, el ‘viejo hombre’ que aún vive en cada uno de nosotros, nos sea sometido cada día más y más.
Pues ¡Sin santificación Nadie conocerá a Jehová! (Hebreos 12:14)
Muchas veces el pueblo Hebreo desobedeció a Jehová y no mató a todos sus enemigos como se le había ordenado. Luego de un tiempo sus enemigos se hicieron fuertes otra vez y volvieron a la carga con más ímpetu que antes… (1Jueces 1:21; 27; 29; 30; 31; 32; 33)
Por eso hermanos, «No hagamos pactos» con nuestros pecados. Los enemigos de nuestra ‘carrera cristiana’ deben ser expulsados para siempre de nuestras vidas.
¡Goliat debe ser Ejecutado!
David es el ejemplo del siervo de Dios que lucha, cae, peca sí, más vuelve rendido a los pies de Jehová suplicando sanación y misericordia por sus faltas.
La muerte de Goliat debe ser ejemplo de todo cristiano que, de corazón, se dispone a luchar con Dios para desterrar el pecado de su vida. Amén.
Fernando Acuña.