Hermanos, esto no es un ensayo de filosofía. Mi intención no es hablar sobre el materialismo dialéctico Marxista; la mayoría de las personas no entiende nada de esto, no les interesa, pues esta sociedad moderna está tan sumergida en una cultura consumista, que poco espacio se deja para pensar, un minuto siquiera, en los caminos que están tomando millones de personas diariamente con sus decisiones y su conducta.
Ya lo decía el Apóstol Santiago, 4:2-3 ¿Qué es lo que causa las disputas y las peleas entre ustedes? ¿Acaso no surgen de los malos deseos que combaten en su interior? Desean lo que no tienen, entonces traman y hasta matan para conseguirlo. Envidian lo que otros tienen, pero no pueden obtenerlo, por eso luchan y les hacen la guerra para quitárselo. Sin embargo, no tienen lo que desean porque no se lo piden a Dios. Aun cuando se lo piden, tampoco lo reciben porque lo piden con malas intenciones: desean solamente lo que les dará placer.
Este es el ‘espíritu del mundo’; este ‘espíritu perverso’, que domina a los hombres, no cambia, su esencia se mantiene a lo largo de los tiempos: es egoísta, malvado, dispuesto a todo para conseguir aquello que le da placer.
Este es el ‘espíritu que domina’ nuestra sociedad moderna: ¡el consumismo!
Los hombres y mujeres de hoy, nada saben sobre Dios, carecen totalmente de vida espiritual, no se comprenden a ellos mismos, y la cultura consumista, creada por los que detentan el poder, los hunde en una carrera frenética: comprar, comprar y comprar, para llenar un vacío interior cada vez más grande…
Las personas compran lo que no necesitan. Se ven impulsadas a este movimiento, como por inercia… ¡Todos lo hacen, es normal! Buscan consolarse, justificando su conducta en el comportamiento de los demás.
Todos tenemos cosas que nunca usamos: calzados de diversos tipos y marcas, ropas que nunca estrenamos, accesorios que nos pusimos una sola vez… Las casas de muchos están rebosando de electrodomésticos caros, y si entramos a la casa de algún amigo o vecino y vemos algo que no tenemos, salimos de ahí codiciando, deseando comprar algo similar o mejor… De seguro no vamos a necesitar nada de eso, pero muchos han puesto su felicidad en este movimiento: comprar, consumir…
Como pocos conocen a Dios, pocos se conocen a sí mismos, y el hombre sin Dios está perdido y sin fundamento, su existencia no tiene sentido; el sentido para su vida lo encuentra en ‘placeres’ pasajeros, en ‘emociones’ pasajeras. Por eso busca distraerse, olvidándose de sí mismo, mirando para el costado cuando su conciencia, harta de una vida sin sentido, le cuestiona duramente sobre su triste realidad.
De aquí viene la pregunta que muchos se hacen ¿qué es la felicidad?
Nada parece llenar las vidas de millones de seres humanos, cuyo único entretenimiento es consumir.
Si el ‘espíritu del mundo’ nos domina, lo único que tendremos en nuestras mentes, es el predominio de la vida material.
Y materialistas son la mayoría de las personas que nos rodean. Esta ausencia de vida, de espíritu, los impulsa a actuar para llenar sus necias ambiciones materiales: su meta es tener cada día más, acumular cada vez más riqueza, más propiedades, más bienes.
Más el que tiene la palabra de Dios en su corazón, sabe cuál es el fin de todas estas cosas: ¡muerte!
Muertos están todos los que eligen vivir así, sus pocos días aquí en la tierra.
Hermanos de esta forma de vida se derivan tantas tragedias: peleas, envidias, codicia, asesinatos, depresiones, suicidios…
El ‘espíritu de este mundo’ es padre de todo lo que vemos de malo en este mundo. Proviene del mundo, no de Dios.
El ser humano no entiende, porque no conoce, porque no sabe, que existen fuerzas oscuras y malvadas actuando sobre este mundo, Efesios 6:11-12: “Pónganse toda la armadura de Dios para poder mantenerse firmes contra todas las estrategias del diablo. Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales.”
Hermanos, tratemos de conocer a Dios, tratemos de saber cuál su voluntad y su plan para nosotros. Quiero decirles que Dios tiene un plan y un propósito para cada uno de ustedes. Busquen conocer más a Dios, búsquenlo con todo su corazón. Humíllense ante Dios y Él les dará su merecido reconocimiento a su hora.
Hermanos, el espíritu de este mundo conduce al materialismo más despiadado y cruel, la consecuencia catastrófica de esta conducta es el ateísmo.
La ceguera absoluta del mundo espiritual, la concepción de que nada existe más allá de lo que veo, de lo que compro o pueda atesorar.
Recuerden las palabras de Nuestro Señor Jesucristo: “Ustedes son un rebaño pequeño. Pero no tengan miedo, porque su Padre ha decidido darles el reino. Vendan lo que ahora tienen, y denlo como limosna. Consíganse bolsas que no se hagan viejas, y háganse en los cielos un tesoro que no se agote. Allí no entran los ladrones, ni carcome la polilla. Porque donde ustedes tengan su tesoro, allí también estará su corazón.” (Lucas 12:33-34)
Hermanos: donde tengan su tesoro, allí también estará su corazón.
Yo deseo que su corazón se mantenga cerca del Señor Jesucristo. ¡Él es nuestra única esperanza!
La humanidad no está preparada para la gran catástrofe que se avecina. En ese día se pondrán a prueba los corazones de muchos, y no son pocos los que se quedarán por el camino.
Vivamos sencillamente y que nuestros corazones atesoren solamente el bien más preciado que tenemos en este mundo: la palabra de Dios.
Que Jesucristo los bendiga con conocimiento y obediencia a su palabra. Amén.
Fernando Acuña.