La Gran Tribulación y ‘la paciencia’ de los santos.

Hermanos, de lo único que puede estar segura la iglesia en el final de los tiempos es de que le espera una grandísima persecución y un sufrimiento indescriptibles…
A este espacio de tiempo tan ‘especial’, la palabra del señor lo describe como la “Gran Tribulación”.
No hay lugar aquí para imaginar, siquiera describir, los acontecimientos y tipos de padecimientos en los que se verán envueltos los cristianos verdaderos, aquellos cristianos de corazón, que esperan a su Dios y Señor con ansias.
En estas breves líneas solo quiero referirme a esta palabrita, ‘paciencia’, que suele pasar desapercibida pues, nos asusta sobremanera lo que Dios afirma sucederá con sus santos: ellos padecerán una terrible persecución, perderán todo, muchos inclusive sus propias vidas…
Repito, nos sobrecoge el temor y el terror, y no prestamos atención a lo que Dios nos dice y espera de nosotros, en esos últimos tiempos… lo que Jesucristo espera de nosotros cuando estas cosas sucedan: “que tengamos ‘paciencia’, que sepamos soportarlo todo y confiemos en Él, que nos pongamos completamente en sus manos”.
La palabra profética nos dice: “Más tarde, Jesús se sentó en el monte de los Olivos. Sus discípulos se le acercaron en privado y le dijeron: Dinos, ¿cuándo sucederá todo eso? ¿Qué señal marcará tu regreso y el fin del mundo?
Jesús les dijo: —No dejen que nadie los engañe, porque muchos vendrán en mi nombre y afirmarán: “Yo soy el Mesías”, y engañarán a muchos. Oirán de guerras y de amenazas de guerras, pero no se dejen llevar por el pánico. Es verdad, esas cosas deben suceder, pero el fin no vendrá inmediatamente después. Una nación entrará en guerra con otra, y un reino con otro reino. Habrá hambres y terremotos en muchas partes del mundo. Sin embargo, todo eso es solo el comienzo de los dolores del parto, luego vendrán más.
Entonces los arrestarán, los perseguirán y los matarán. En todo el mundo los odiarán por ser mis seguidores. Muchos se apartarán de mí, se traicionarán unos a otros y se odiarán. Aparecerán muchos falsos profetas y engañarán a mucha gente. Abundará el pecado por todas partes, y el amor de muchos se enfriará; pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo. Y se predicará la Buena Noticia acerca del reino por todo el mundo, de manera que todas las naciones la oirán; y entonces vendrá el fin. …Porque habrá una gran tribulación, como no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás”.
Hermanos, estas son las señales inequívocas del final de los tiempos: guerras, persecución de los creyentes, terremotos, hambres, pestes, sufrimiento, gran angustia… Todo esto debe pasar y debe venir dice el Señor. ¡Es el castigo del mundo impío!
Es también el gran tiempo de ‘purificación’ de la iglesia de Cristo, así, a través del fuego del sufrimiento, de la prueba, la iglesia, los santos, serán limpiados, emblanquecidos. En gran cantidad de versículos bíblicos encontramos pasajes que se refieren a la ‘prueba que purifica’: Daniel 11:35 y 12:10; Zacarías 13:9; 1Pedro 1:7-22; Apocalipsis 7:13-14.
Esto lo que más nos asusta, y nos lleva a equivocarnos con frecuencia y a NO entender lo que Dios espera de nosotros, pues tenemos una visión muy ‘buena’ de nosotros mismos, creemos que somos ‘muy buenos y santos’ y que no merecemos nada malo. No podemos entender el porqué de la persecución: ¿por qué permite Dios que su iglesia sufra a manos de los inicuos y malvados? ¿Qué hicieron los discípulos del Señor para merecer tal suerte?
Hermanos míos, la vida o la muerte de los santos pertenece al Señor. Si Dios quiere viviré y si es la voluntad de Cristo moriré, mi vida está completamente en sus manos. Lean la biblia, recuerden que es de la palabra de dónde provienen el conocimiento y la fe que nos fortalece. Recuerden el ejemplo de Job: Dios no permitirá que el mal valla más allá de lo que Él tiene pensado para nosotros. ¡Nuestra vida está en sus manos!
Esta es la actitud mental que deben esforzarse por guardar todos aquellos que aguardan a Jesucristo. Esta es la fe verdadera. La fe que confía, que se entrega completamente en las manos de su Salvador. Sin importar lo que pase, lo que pierda, sigue esperando del Señor la tan ansiada justicia, reclama de su Señor de la venganza divina (Apocalipsis 6:9-10), pero no la ejerce por sus propias manos, no hace ‘su justicia’, sino que espera en Aquél que está por encima de todos nosotros, pues sabe que Él obrará a su momento (Apocalipsis 6:11).
Luego de describir los terribles padecimientos por los que pasará la iglesia durante la persecución del Anticristo (Apocalipsis 13), el señor nos muestra claramente qué es lo que Él espera de nosotros: “El que tenga oídos, que oiga. El que deba ser llevado cautivo, a la cautividad irá. El que deba morir a espada, a filo de espada morirá.
¡En esto consisten la perseverancia y la fidelidad de los santos!”
Lo que estamos hablando ahora no es de poca monta hermanos míos. Es tal vez lo más importante y de lo que más estamos necesitados hoy: paciencia, fe, confianza absoluta en la justicia de Dios. No debemos tomar venganza por nosotros mismos, debemos esperar que Dios juzgue a todos los hombres, ya todos recibirán su merecido… En un mundo tan cruel y lleno de violencia y toda clase de maldad, dónde suceden crímenes terribles, yo entiendo que todos tienen sed de venganza, pero recuerden las palabras del Señor: ‘Amados, nunca tomen venganza ustedes mismos, sino den lugar a la ira de Dios, porque escrito está: “Mía es la venganza, Yo pagare,” dice el Señor’.
Al final de los tiempos las cosas serán aún peor… Pero fiel es el Señor Jesucristo, quién no nos dará una carga más pesada de lo que podamos soportar.
Hermanos la Fe vence al mundo, no nos hagamos iguales a los impíos que nada esperan de nuestro Dios, ni esperanza siquiera tienen en una nueva vida ni en un nuevo mundo, entreguémonos en las manos del Señor y confiemos plenamente en Él. Pidámosle sabiduría y entendimiento, fortaleza y temple de espíritu para soportar lo que se viene, porque de verdad se viene el fin. Tal vez nos conceda el Señor, por su entrañable misericordia, no solo entender estas palabras, sino cumplirlas: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”.
Dios los bendiga con mucha paz. Amén.
Fernando Acuña.

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