Queridos hermanos, les dejo hoy una breve reflexión acerca de esta hermosa historia de superación que nos relata el libro del Génesis: la historia de José hijo de Jacob. (Génesis 37-50)
La historia de José es muy conmovedora y nos cuenta la vida y los caminos de un hombre de Dios que sufrió muchas dificultades, más que nunca perdió su fe y, más importante aún, la palabra nos dice que: ¡Dios siempre estaba con José!
Es una historia de muchísimo consuelo para todos aquellos que buscan entender cómo obra Dios en nuestras vidas.
El Señor condujo a José a través de muchas dificultades: Tenía sueños, visones, y sabiduría espiritual para dar una interpretación fiable de los mismos. Era odiado y resistido por sus hermanos por ser el hijo favorito de su padre Jacob. Por este mismo odio que sentían hacia él sus hermanos planearon, matarle primero, más luego decidieron venderlo como esclavo a una partida de beduinos que, a su vez, lo vendió a un oficial egipcio…
Dios prosperó a José en la casa de Potifar, tanto que éste, lo puso a cargo de todas sus cosas. Más la esposa de este oficial egipcio quería acostarse con José, y como éste se negaba, lo acusó de haber intentado violarla, a lo cual otra vez José fue a parar en desgracia, y fue metido en prisión…
Allí también lo prospero Dios en todo y José se ganó la confianza del carcelero y pudo luego interpretar los sueños de unos sirvientes de faraón, quién más tarde lo llamará para que le interpretara unos sueños, que ningún adivino en Egipto podía entender…
Tanto agradó José a Faraón que éste lo colocó como el segundo más importante en todo el reino.
Y gobernó José sobre todo Egipto y sólo Faraón tenía más poder que él. Luego la historia termina con la llegada de los hermanos de José, que se trasladaban a Egipto a comprar comida, pues era tan grande la hambruna que no había alimento en toda la tierra, dice la palabra de Dios… Aquí José revela su identidad a sus hermanos y hace venir a Jacob desde Canaán.
Quién desee conocer la historia de José, lea los capítulos de Génesis, del 37 al 50. Este es un breve repaso, pues no deseo detenerme a contar con lujo de detalles su historia, sino mostrar la enseñanza espiritual que nos deja.
Hermanos: presten atención a estas palabras de José, dirigidas a sus hermanos que le habían vendido como esclavo, al momento de revelarles quién era él:
«Soy José, su hermano, a quien ustedes vendieron como esclavo en Egipto. Pero no se inquieten ni se enojen con ustedes mismos por haberme vendido. Fue Dios quien me envió a este lugar antes que ustedes, a fin de preservarles la vida. El hambre que ha azotado la tierra estos dos últimos años durará otros cinco años más, y no habrá ni siembra ni siega. Dios me hizo llegar antes que ustedes para salvarles la vida a ustedes y a sus familias, y preservar la vida de muchos más. Por lo tanto, fue Dios quien me envió a este lugar, ¡y no ustedes! Y fue él quien me hizo consejero del faraón, administrador de todo su palacio y gobernador de todo Egipto…»
José dice: ‘fue Dios el quién me envió a este lugar’ ¡Y no ustedes! ‘Dios me hizo llegar antes que ustedes para salvarles la vida a ustedes y a sus familias’.
Ustedes pueden ver aquí la mano de Dios obrando.
Lo he dicho antes: nosotros muchas veces no entendemos la forma en que Dios obra en nuestras vidas. ¡Toda la palabra fue escrita para que sus ejemplos nos sirvan de enseñanza y consuelo! (Romanos 15:4)
Aquí, por medio de una mala acción de sus hermanos, por medio de algo que parecía para mal, Dios ya había establecido que sería para bien.
Dios mismo lo había decidido, ya lo había planeado, aún antes de que sucediera. Esto nos trae un gran consuelo pues al momento, si estamos enfrentando dificultades y no logramos entender los caminos de Dios, leyendo su palabra obtenemos el consuelo y la fortaleza para seguir adelante y confiar más aún en Cristo, que renueva nuestras fuerzas.
En la biblia hay muchas historias acerca de cómo Dios está en control de la vida de sus hijos. Muchas veces nos desanimamos y desconsolamos porque nos cuesta tener fe y confiar más en Dios.
¡No tengan temor hermanos!
A mí en este momento me sucede algo parecido: «estoy lleno de dificultades y por mí mismo no logro ver la solución, sin embargo, tengo el consuelo de la palabra de Dios, y leyéndola encuentro fuerzas y pido a Dios que refuerce mi Fe en su Hijo Jesucristo. Que me haga descansar en Él, estar plenamente seguro de Él». Recuerden que la fe, nada tiene que ver con «sentimientos y emociones».
La Fe verdadera es ¡CERTEZA y CONFIANZA!
Y esto no depende, ni se apoya, en sentimientos ni emociones, cosas cambiantes, que van y vienen.
Hermanos: así como yo lo hago, los invito a leer más la palabra de Dios. Los invito a entregarse más a la meditación y al estudio de la palabra de Dios. Ella es nuestra fortaleza, consuelo, guía ¡Ella es la verdad de Dios para nosotros!
¡Tengamos confianza en Dios!
Él, obra en nuestras vidas de forma maravillosa. «Dios tiene un propósito para cada uno de nosotros». Confiemos cada día más en Él.
Como dice Pedro: ¡Debemos confiar más en Dios, entregarle nuestra vida, buscar conocerlo cada día más!
Recuerden que Dios no cambia. ¡Él no es como los hombres! ¡Él es el mismo ayer y hoy y siempre!
Así como el mismo Dios que obró y condujo a José para que este cumpliera con sus propósitos, el mismo Dios nos conduce hoy a nosotros, para que también cumplamos con sus propósitos. Para que así Él, cumpla a su vez, el suyo en nuestras vidas.
Hermanos confiemos en Dios y en Jesucristo. ¡Dios es Fiel!
A Él sea la gloria eterna en el bendito nombre de Jesucristo. Amén
Fernando Acuña.