¡Quiero que estén donde ‘Yo estoy’!

Hermanos: quiero compartir con ustedes hoy esta breve reflexión.
Nosotros andamos muy afanados, cargados, preocupados…
Corremos de aquí para allá inquietos, ansiosos, apresurados, sin descansar en el Señor. Vamos de un lado a otro sin encontrar reposo, y esta permanente inquietud nos lleva a confiar demasiado en nosotros mismos y a equivocarnos…
Quiero que recuerden que una vez que han aceptado al Señor Jesús como su salvador personal, comienzan a andar por los caminos que el mismísimo Dios creador de todas las cosas había diseñado de antemano para que ustedes anduvieran en ellos…
Las ‘buenas obras’ de las que muchos se ‘jactan’, y que en siglos pasados han dado lugar a fervientes polémicas entre los más eminentes evangelistas y reformadores de la iglesia, ya fueron preparadas también de antemano por Dios Padre, cómo muy bien nos lo recuerda el Apóstol Pablo: «Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas».
O sea hermanos: tanto nuestra ‘elección, llamado, justificación, glorificación y obras’, fueron todas ellas un regalo de Dios en Cristo Jesús para nosotros. Nunca hubo nada que no nos fuera regalado y preparado por Dios mismo de antemano ¡antes de la creación del mundo!
…[ ] según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él. En amor nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad…
No hay excusa para aquellos que viven jactándose de lo que hacen y de sus ‘muchos trabajos’ para el Señor Jesús. Todo discípulo verdadero no se jacta de absolutamente nada de esto. Sabe que recibió todos sus dones del Altísimo y, si los recibió, no eran suyos… ¡Está excluida la jactancia! ¡Toda su jactancia está en servir y obedecer a Jesucristo de todo corazón!
Es muy cierto que cuando comenzamos a vivir la vida que Dios espera de nosotros como criaturas nacidas de nuevo realmente ‘comenzamos a disfrutar la vida que Dios da’, cómo dice Pablo. Esta nueva vida es paz, gozo y muchos frutos del espíritu, además de vida en abundancia y vida eterna.
Me imagino que ustedes saben muy bien que es pura vanidad jactarse de las buenas obras que uno hace… si realmente leen la biblia han visto la condenación que recae sobre los vanidosos y soberbios.
Pero como dije más arriba: todo discípulo nacido de nuevo en Cristo Jesús y que tiene el espíritu de Cristo es libre en cuanto a todas estas cosas, propias de gente que aún ‘vive en el mundo y en la carne’.
No quiero polemizar sobre algo que ya está firmemente establecido. Lo que quiero decirles y a lo que quiero resumir esta reflexión es al título que lleva la misma: «Quiero que estén dónde Yo estoy». La frase de Jesucristo completa en este pasaje de Juan 17:24 es así: «Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo».
Cuánto nos hemos olvidado que lo que realmente el Señor Jesús quiere de nosotros es que ¡estemos dónde Él está!
Hermanos: Dios nos dice que sus verdaderos discípulos escuchan su voz, lo conocen y obedecen. Andan por los caminos que Él diseño de antemano para que ellos mismos anduvieran, hacen las buenas obras que Él también estableció para que cada uno de ellos las hiciera. Y sin embargo, lo que Él realmente quiere de nosotros es que estemos con Él. Que disfrutemos su compañía, su amistad, su intimidad, su amor, que entremos en su reposo… Ninguno de nosotros va a permanecer inactivo siendo un discípulo verdadero. Nosotros estamos puestos para llevar mucho fruto en la obra del Señor. Tenemos que trabajar sí. Pero no nos fue impuesto como un yugo pesado, difícil de cargar. Disfrutamos haciendo lo que hacemos para el Señor, porque naturalmente nos sale… Ya recibimos los dones que nos capacitan para la obra del Señor. Por eso, una vez que uno inquiere de Dios y sabe y entiende cuál es el aporte que puede realizar a la obra de Jesucristo, lo hace naturalmente. Este es el trabajo para el cuerpo de Cristo que es su Iglesia. Este es el granito de arena que cada miembro puede aportar, así nos anima Pablo: «Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es vano».
Todo nuestro servicio a Dios no es vano y lo hacemos de todo corazón. Sin embargo, vuelvo a repetir: Lo que Jesucristo quiere es que estemos dónde Él está. O sea, que nuestro espíritu esté con Él todo el día, nuestra mente, nuestros anhelos, nuestros pensamientos. No me mal interpreten, toda fe verdadera es una fe activa y viva en el servicio a Dios, empero, Jesucristo nos llama a ‘entrar en su reposo’, a dejar de andar afanados y cargados todo el día, sin saber adónde iremos o que haremos para agradar al Señor, siguiendo nuestros propios caminos y utilizando nuestras propias fuerzas. ¡Aprendamos a estar a solas con Jesucristo! Sabido es que Él abandonaba a sus discípulos muchas veces para retirarse sólo a orar a Dios Padre. Él disfrutaba la compañía y la meditación tranquila del Espíritu Santo.
Esto mismo es lo que Cristo quiere que nosotros aprendamos a hacer. Debemos aprender a estar tranquilos y sosegados en el Espíritu de Dios. Él siempre nos dirá qué hacer y cómo hacer. Así sabremos que estamos haciendo las obras de Dios y no las nuestras…
Dios los bendiga hermanos. Busquen entrar en reposo del Señor. Parece difícil lo sé. Es que muchos de nosotros andamos afanados y ansiosos y no disfrutamos de la paz y de la vida que sólo el Señor Jesucristo da. Busquemos estar más tiempo a solas con Jesucristo, deleitémonos en su compañía y Él con seguridad nos guiará por el mejor camino.
Bendiciones en el nombre del Rey de Reyes. Amén.
Fernando Acuña.

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