Este pasaje se encuentra en Jueces 14:14. La historia concreta, para quién no la conoce, hace referencia al poderoso guerrero Sansón, elegido por Dios desde el vientre de su madre, hecho relatado en el capítulo anterior del mismo libro. Hijo de Zora y de Manoa, de la tribu de Dan, Sansón fue dedicado a Dios desde su nacimiento, anunciado por un Ángel de Dios quién se apareció a Manoa (estéril ella), y le declaro que por la «voluntad de Jehová», quedaría embarazada y daría a luz a un varón que sería con el tiempo el libertador de Israel (sometido al dominio de los Filisteos).
De toda la Palabra de Dios siempre podemos extraer una lección importante. Como dije en escritos anteriores, la biblia fue escrita para servirnos de guía y consuelo, y sus historias y personajes nos sirven para comprender los caminos que Dios utiliza para atraernos a su amor eterno.
En este capítulo del libro de los Jueces se nos habla de cómo Sansón, enamorado de una mujer filistea, le ruega a sus padres que se la consigan como esposa. Sus padres no compartían la idea, ya que a los Israelitas les estaba prohibido casarse con mujeres extranjeras. Luego de suplicarles que le hicieran este presente, sus padres accedieron a ello, más como no entendiendo la voluntad de su hijo… por eso la Palabra de Dios dice: «Sus padres no sabían que esto era de parte del Señor, que buscaba la ocasión de confrontar a los filisteos».
Nosotros muchas veces no entendemos los caminos por los que el Señor decide conducirnos. En el momento presente, muchas cosas nos parecen confusas y nos llenamos de ansiedad y temor, porque no logramos visualizar ni comprender el sentido de lo que nos sucede…
Sin embargo, si le confiamos nuestra vida al Señor, Él sabe cómo y por dónde conducirnos.
La vida de Sansón, y la adivinanza que propone a los Filisteos en este capítulo de Jueces 14:14, son en sí mismos una gran enseñanza para nosotros, pues detrás de la simbología de la historia, hay una verdad que sólo puede ser entendida espiritualmente.
La historia nos cuenta que Sansón despedazó a un león con sus manos «como si fuera un cabrito» de camino al encuentro con su amada y luego, al regresar, se encontró con un panal de abejas en el cadáver del león muerto. Sansón comió la miel del panal de abejas que estaba en el cuerpo del león muerto y siguió su camino. Luego propuso su ya conocida adivinanza a los jóvenes Filisteos en una fiesta privada: «Del devorador salió comida y del fuerte salió dulzura».
La historia continúa su relato y nos dice que los jóvenes no lograron dar con la respuesta por tres días… Fue la prometida de Sansón quién, traicionándolo, les reveló a los Filisteos el enigma: «¿Qué es más dulce que la miel? ¿Qué es más fuerte que un león?»
No debemos mirar este relato con «ojos carnales», ni tampoco intentemos explicar la impresionante fuerza de Sansón… Más bien preguntémonos ¿Cómo puede ser posible que una colmena de abejas construya su panal en el cadáver de un león?
¡Aquí tiene que haber una enseñanza! Miremos con ojos espirituales, busquemos entender con el corazón y ver con los ojos del espíritu.
El león representa para nosotros la fuerza bruta y suprema. Le decimos Rey de la sabana. A nada le teme, de nada se espanta… Muchos reyes en la biblia son tratados como leones feroces, destructores, devoradores…
Las abejas en tanto representan la dulzura… son las que fabrican el néctar más preciado por los hombres. En muchas ocasiones la palabra de Dios se compara con la dulzura de la miel. Como el alimento más rico y nutritivo. ¡Y esto justamente es lo que la palabra de Dios es!
¿Cómo puede entonces algo tan destructivo y feroz como un león albergar a un pequeño insecto que produce el néctar más dulce y sabroso de todos?
Esta es la enseñanza que Dios quiere darnos: «Todos nosotros somos así antes de conocer a Jesucristo. Somos como leones feroces, brutos, asesinos por naturaleza, impiadosos… Sansón despedazo al león con la fuerza que le dio el Señor. Por lo tanto el Único que puede destruir a este león feroz que llevamos dentro es el poder de nuestro Señor Jesucristo. Él es el Único que puede hacer que de nuestro interior broten ríos de dulzura. Si somos convertidos y transformados por su palabra seremos como un panal de abejas que produce miel. Esta es la simbología del relato. Esto es lo que se nos quiere enseñar.»
Jesucristo vino a destruir a este «león feroz» que llevamos dentro. Todo aquél que se convierte a Dios de todo corazón ha dado muerte a esta fiera salvaje con el poder que Jesucristo le da para hacerlo. Si le creemos a Dios y aceptamos a su Hijo Jesucristo como nuestro Salvador hemos pasado de muerte a vida.
De devoradores, pasamos a producir fruto espiritual; de confiar en nuestras propias fuerzas, pasamos a depender y a permitir que la dulzura del amor de Dios transforme nuestras vidas.
Miren cuánto nos parecíamos a un león salvaje antes de conocerlo a Él: «Porque nosotros también en otro tiempo éramos necios, desobedientes, extraviados, esclavos de deleites y placeres diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y odiándonos unos a otros» (Tito 3:3). «Tienen los ojos llenos de adulterio y nunca cesan de pecar; seducen a las almas inestables; tienen un corazón ejercitado en la avaricia; son hijos de maldición» (2 Pedro2:14).
«Porque el tiempo ya pasado os es suficiente para haber hecho lo que agrada a los gentiles, habiendo andado en sensualidad, lujurias, borracheras, orgías, embriagueces y abominables idolatrías» (1 Pedro 4:3).
¿Acaso necesitamos más? Es realmente lamentable la condición del hombre sin Dios y sin Cristo en este mundo.
¡Somos leones feroces y destructores!
Más bendito sea el Padre de nuestro Señor Jesucristo quién gracias a su amor eterno, todo puede transformarlo. Y nos ha transformado, nos ha dado nueva vida a través de su amado Hijo. Por eso podemos estar gozosos en nuestros corazones, porque si antes éramos un cachorro de león y todo lo destruíamos, ahora renacidos en Cristo Jesús, somos como un panal de abejas que produce el dulce fruto de la salvación y la vida eternas.
Hermanos, bendigan siempre a Dios Padre de todos nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador y Señor. Démosle honra y gloria eternas a Dios y a Jesucristo.
Él siempre nos conduce a la verdad. Su verdad es la única que nos hace libres de verdad. ¡Dónde está el Espíritu de Cristo hay libertad!
Gloria eterna a Dios por medio de Jesucristo. Amén.
Fernando Acuña.
Me encanto leer y aprender sobre el León y la miel!!!!
Bendiciones hermana!