¿Qué tan preparados estamos para la venida de nuestro Señor?

Hermanos: decimos que deseamos su regreso, que lo amamos y anhelamos de todo corazón, que no vemos la hora que el Señor regrese y ponga fin a todas nuestras penas y sufrimientos… ¡Yo también lo digo y así lo siento en mi corazón!
Cuando veo la injusticia, la maldad del hombre, como con tanta saña y crueldad persigue a sus semejantes, los explota, maltrata, injuria, abusa… Me faltarían adjetivos para describir en todo su potencial a la maldad humana en acción. ¿Qué podemos esperar de estos tiempos en que nos ha tocado vivir sino que la maldad vaya en aumento? (El otro día contemplaba atónito cómo un compañero de trabajo se ‘reía y festejaba la muerte’ de otro compañero más viejo -fallecido a causa del cáncer- enemistados por una vil y trivial discusión laboral…).
Repito, cuando veo y vivo todo esto a diario, deseo fervientemente que Jesucristo vuelva y ponga a fin a todo esto.
Con esta esperanza de por medio es que escudriñamos y estudiamos las sagradas escrituras esperando encontrar en ellas las señales que arrojen luz sobre los tiempos que estamos viviendo. Leemos las profecías para entender y buscamos discernir los tiempos establecidos para el cumplimiento de todas las obras y palabras expresadas por Dios. Queremos comprender el comportamiento del hombre, tanto del hermano que tiene a Jesús en su corazón, como de aquél que ni le espera ni le recibe… Todo esto esta descrito en las sagradas escrituras. Jesucristo y los Apóstoles nos han advertido de antemano cómo reconocer tiempos difíciles, hombres impíos, también a la ‘Iglesia verdadera’, y las señales de los últimos tiempos… Todo lo que tenemos que saber y entender sobre ésta vida y la esperanza de la vida futura están ahí.
En esto gastamos gran parte de nuestro tiempo: en ‘Estudiar’ la palabra.
Y no digo que este mal, al contrario, está muy bien, pero… ¿Bastará con esto? ¿Estamos realmente preparados para recibir al Señor cuando regrese? ¿Será que no estamos demasiado sumergidos en la teoría y poco es lo que aplicamos en nuestro día a día de todo lo que aprendemos y leemos?
Infelizmente creo que sí hermanos…
Leo mucho pero aplico muy poco de lo que leo a mi vida cotidiana…
Aprendo mucho pero enseño poco a los demás acerca de las riquezas de la gloria y la misericordia de Cristo…
Veo en las escrituras ejemplos de superación y esfuerzo por sobreponerse a las dificultades de la vida, pero a mí poca cosa me turba…
Me maravillo con los milagros de Jesucristo y los Apóstoles pero obro con poca fe en una cantidad innumerable de cosas, a veces no sé si realmente soy un creyente…
Y así por delante, fuerza es reconocerlo… Fallo en muchísimas cosas, me cuesta hacer realidad la palabra de Dios en mi vida. Se lo confieso a ustedes, Dios sabe que no miento.
Las preocupaciones, muchas veces la falta de fe, las dudas, las dificultades y problemas cotidianos parecen ahogarnos, entonces nos quedamos sólo con el conocimiento teórico. Sabemos mucho sobre profecía y doctrina bíblicas, pero poco aplicamos esto a enriquecer nuestro día a día y la vida de los demás…
Muchas veces le rogué a Jesucristo que su palabra se hiciera realidad en mi vida. Quiero vivirla, quiero dejar atrás los miedos, angustias, pesares, y transformar mi vida a través de la palabra de Cristo y así transformar también la vida de los demás…
Creo que esto y no otra cosa es lo que realmente va a hacer la diferencia entre los que viven en el mundo de la ‘teoría y del conocimiento’ de la palabra y de aquellos que, transformados por la palabra viva de Jesucristo, cambian la realidad de los que todavía esperan conocer y convertirse a la fe de Cristo.
Hermanos, esta es la verdadera transformación: Qué la palabra de Cristo se haga realidad en nuestra vida. Vivirla, sentirla, sentir su poder transformador, no sólo sobre mi vida, sino llevar ese poder a otros hermanos, tanto al débil y atribulado, como al que aún no ha recibido a Cristo en su corazón.
La palabra de Dios es poder, de eso no tengo dudas, entonces quiero rogar a Dios por medio de Jesucristo, que su poder transforme mi vida, me cambie y me mude en nuevo hombre poderoso, conforme a sus riquezas y voluntad inescrutables.
De esta manera haremos realidad nuestros sueños y viviremos una vida gloriosa en el nombre de Jesús. Como dice Pablo: ¡reinaremos en vida!
Porque no basta con saber, no basta con aprender, no basta con retener en la memoria pasajes bíblicos y capítulos enteros de los evangelios… Es necesario un ‘reavivamiento’, ese poder y esa vida que sólo provienen del Espíritu Santo de nuestro Señor Jesús. Ese poder que nos hace vivir de verdad la palabra de Dios.
¡Esto es estar preparados!
¡Esto es saber porque luchamos!
¡Esto es hacer realidad nuestros sueños!
Hermanos: oremos por esto. Oremos todos los creyentes por hacer realidad la palabra de Dios en nuestras vidas. Así viviremos en victoria, con alegría y gozosos de corazón en todo momento, y nada nos turbará el ánimo, sea lo que sea, porque vivimos de verdad y hacemos realidad la palabra de Dios en nuestras vidas. Amén.
Dios los bendiga siempre. Los saluda un hermano de Fe en Jesucristo 

Fernando Acuña

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