Vendrán tiempos difíciles…

“Ahora bien, ten en cuenta que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. La gente estará llena de egoísmo y avaricia; serán jactanciosos, arrogantes, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, insensibles, implacables, calumniadores, libertinos, despiadados, enemigos de todo lo bueno, traicioneros, impetuosos, vanidosos y más amigos del placer que de Dios. Aparentarán ser piadosos, pero su conducta desmentirá el poder de la piedad. ¡Con esa gente ni te metas!”  (2Timoteo: 1-5)

Más que nunca, la palabra de Dios expresada por los Santos Apóstoles, nos ilumina sobre el estado de cosas que estamos enfrentando y contemplando con nuestros propios ojos en estos postreros días. Yo sé que más de uno dirá que siempre nos expresamos así, y que es típico de las “mentes apocalípticas” anunciar catástrofes y declamar abiertamente ante cualquier acontecimiento que estamos viviendo los últimos días… Yo sé que dirán también que esto es cosa de fanáticos, maníacos y lunáticos  que sueñan con el apocalipsis y que pretenden ver en todo la mano de satanás…

Es propio del incrédulo  burlarse, mofarse y reírse de los creyentes. Esto también fue profetizado en estos versículos que acabo de compartir con ustedes hermanos, y que conforman el inicio de la 2ª carta de Pablo a Timoteo.

Hermanos, no entren en desesperación. Recuerden, cuando fueren menospreciados por sus enemigos, gente  impía e incrédula, que “la profecía no fue escrita para el incrédulo, sino para los creyentes”. Regocíjense en estas palabras del Apóstol Pablo (1ª Corintios  22-23) pues el Espíritu Santo de Jesucristo les ha dado el entendimiento necesario para que puedan ver cómo las palabras de nuestro Señor Jesús encuentran cabal cumplimiento en estos días.

El mundo siempre fue obsceno, lleno de maldad y pródigo en injusticias. No es necesario que nos citen ejemplos que a  lo largo de la historia nos demuestran la maldad humana en acción. ¡Sabemos que esto es efectivamente así!

Siempre existieron hombres impíos, avaros, codiciosos, embusteros, mentirosos, traidores, capaces de todo tipo de crímenes, con tal de controlar y manipular a sus semejantes.

¡Esto no nos sorprende a nosotros los creyentes!

Lo que nos deja atónitos es el número cada vez mayor de este tipo de personas.

El tiempo corre, vuela, todo anda de manera acelerada, y si bien vemos adelantos científicos y tecnológicos que transforman nuestra realidad y modifican radicalmente nuestra vida cotidiana, no deja de asombrarnos como también los valores éticos y morales caen en picado… Hasta parece que los adelantos tecnológicos hunden más a nuestra civilización actual en una amoralidad y un relativismo autodestructivos. ¡Todo se usa para el mal!

¡Nada les importa a los hombres de nuestro tiempo! Miren a su alrededor: es cada vez mayor el número de personas a las que todo lo malo y condenable les parece un chiste… Defienden  lo indefendible arguyendo que “los tiempos son otros”… piensan que un pueblo solo será ‘moderno’ y ‘progresista’ cuantas más leyes polémicas apruebe: el aborto, el libre consumo de estupefacientes, el matrimonio igualitario, etc… etc… Y así estamos, sumergidos en el más profundo individualismo y relativismo moral en que se pueda caer…

¡Todo es válido y todo está permitido! 

La sociedad moderna ha caído en un profundo abismo  moral del que difícilmente saldrá.

Con el objeto de construir la sociedad  “libre por antonomasia”, nuestros dirigentes políticos  han dado rienda suelta y legalizado  todo aquello que lleva en sí mismo el germen de la destrucción de todos los pueblos: ¡la libertad descontrolada!

En nombre de esta libertad, transformada en libertinaje, los hombres se drogan, mienten, traicionan, acaparan, roban, matan… Todos los medios son válidos para lograr el fin supremo de la “libertad total y absoluta”. Y es en este libertinaje en el que se encuentran sumergidas nuestras sociedades. Es cada día más difícil hallar personas honestas, sencillas, bondadosas, leales, compasivas, comprensivas. Los valores y principios que encontramos en las palabras y enseñanzas de Jesucristo están cada día más en desuso… Esto nos confirma la profecía del Apóstol Pablo. Y no sólo ésta, sino muchas más, y todas ellas las encontramos a lo largo y ancho de la palabra de Dios. Fíjense hermanos lo difícil que es encontrar a algún muchacho joven que siquiera sepa algo de la palabra de Dios. ¡Nada saben ni tampoco les importa! ¿Qué nos depara el futuro con esta clase de personas que se están formando hoy?

En un mundo donde todo es válido para alcanzar lo que se ha propuesto ¿cómo no ver que estamos criando y educando a seres humanos desprovistos de toda humanidad?  Sobrarán soldados para los ejércitos del anticristo: egoístas, mezquinos, embusteros, tramposos, impiedosos, asesinos, faltos de amor y de misericordia. Gente que sólo piensa en sí misma y está dispuesta a pasar por encima de todo buen principio ético y moral para lograr sus objetivos egoístas. Por eso hermanos de fe en Jesucristo, cuánta razón tenía el Apóstol Pablo cuando nos advirtió en aquellos lejanos tiempos lo que nos esperaba. Por esto y por todo lo escrito en la Palabra de Dios me aferro yo a las profecías bíblicas. Sé que todo lo escrito allí encontrará cabal cumplimiento. La palabra de Dios no falla. Observen ustedes mismos la realidad que los circunda. Lean la palabra de Dios y escudriñen las Santas Escrituras. Léanlas con fe sencilla, buscando de todo corazón sólo la verdad. Estoy seguro que la encontrarán  y también comenzarán a  prepararse porque se darán cuenta que tiempos peores que estos nos esperan. Vivimos tiempos difíciles, y estoy seguro de que el camino que ha tomado nuestra sociedad actual desatará tempestades y torbellinos de revoluciones y sediciones que harán correr ríos de sangre a causa de la maldad siempre creciente,  que habita en el corazón de una humanidad que se empecina en el libertinaje.

Dios los bendiga hermanos míos. Aguardemos en la misericordia de Dios y de Jesucristo nuestro Señor. Que Dios nos proteja de tanta maldad y no permita que este espíritu de libertinaje nos engañe, nos domine y nos prenda en sus cadenas de maldad.

Saludos de un hermano de Fe en Jesucristo.

Fernando Acuña

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